Renault supone un nuevo ejemplo de una empresa que cancela una salida a bolsa aludiendo a las condiciones actuales del mercado… porque no son las más adecuadas. Pero lo cierto es que su cotización tampoco va a toda velocidad, porque ha caído un 43% en el último lustro y acumula una depreciación del 13% en los últimos seis meses y del 7% en lo que va de año.

En esta evolución bursátil hay que tener en cuenta que el fabricante automovilístico francés ha tenido que afrontar dificultades como la salida de Rusia, que le provocó pérdidas, y los esfuerzos de reducción de costes que le han devuelto a números negros: en el primer semestre de 2023. Entoces, ganó 2.124 millones de euros, logró rentabilidad récord con un margen operativo del 7,6% y un beneficio operativo de 2.096 millones (+127%), ingresó 21.089 millones (+27,3%) y vendió 1.134.000 millones de coches (+13%). Eso sí, en el tercer trimestre y en los nueve primeros meses, recibió castigo bursátil (-7%) al ingresar menos de lo que esperaban los analistas, pese al aumento de ventas, por el impacto de los tipos de cambio, en especial de la lira turca y del peso argentino. Y junto a las dificultades, ha lidiado con la apuesta de una nueva estrategia llamada ‘Renaulution’ que prioriza el valor sobre el volumen, ha lanzado nuevos modelos y nuevas unidades de negocio apostando por el ‘esquema Villalonga’(entre ellos está Horse, la división que agrupa a los motores de combustión e híbridos, donde es socio el fabricante automovilístico chino Geely y que tiene su sede en España; y Ampere, el negocio de coches eléctricos y software) y ha firmado la ‘paz’ en la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi.

Es de justicia referir que pese a la depreciación bursátil del 43% en los últimos cinco años, la acción de Renault se mueve en 34,4 euros actualmente, lo que supone un 36,5% más frente a los 22 euros en que cotizaba cuando llegó Luca de Meo a la silla de CEO el 1 de julio de 2020. Por tanto, parece que la gestión del italiano tiene el beneplácito de los inversores.

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Ahora Renault ha señalado que cancela la salida a bolsa de Ampere, el negocio de coches eléctricos y software que también lidera De Meo, que estaba prevista para el primer semestre de este año y alude a las condiciones actuales del mercado y a la mayor generación de tesorería. Considera que no se reúnen las condiciones actuales del mercado para proseguir de manera óptima con la salida a bolsa con el mejor interés de Renault Group, de sus accionistas y de Ampere. Algo que a los inversores les ha gustado, porque la cotización sube más de un 2,5%. Sin embargo, Renault ha subrayado que confirma su apuesta por dicho negocio porque el objetivo es democratizar el vehículo eléctrico en Europa más rápido que los competidores (entre los que se incluyen varios fabricantes chinos), que opera como un negocio autónomo desde el pasado 1 de noviembre, aunque se sigue financiando su desarrollo desde el grupo Renault hasta que alcance su breakeven (punto de equilibrio) en 2025.

“Estoy muy orgulloso de nuestros equipos, que en menos de dos años han creado con Ampere la mejor respuesta a la competencia mundial de los mejores jugadores. Mediante la creación de un negocio 100% de vehículos eléctricos y software, construimos en un tiempo récord una entidad ágil y competitiva. Tenemos la mentalidad de una start-up que nos permite innovar constantemente. Esto es exactamente lo que hará que Ampere tenga éxito en este nuevo y desafiante entorno”, ha explicado De Meo. “Hoy hemos tomado una decisión pragmática. Todos estamos centrados en ejecutar nuestra estrategia y en consolidar nuestra trayectoria para crear valor para todas las partes interesadas”, ha añadido. 

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La cancelación de la salida a bolsa de Ampere alude a la misma razón que ha esgrimido, por ejemplo, Naturgy, para retrasar el ‘Proyecto Géminis’, su escisión en dos compañías (por un lado, los negocios regulados, y por otro, el liberalizado). Dicho proyecto se anunció el 10 de febrero de 2021, pero se guardó en el cajón tras el estallido de la guerra en Ucrania 14 días después. Hasta ahora, el presidente y CEO de la energética, Francisco Reynés, ha señalado que siguen pensando en ese plan, pero se ha pospuesto a cuando haya mejores condiciones de mercado.

El pasado verano, tras el plantón de Ignacio Gutiérrez-Orrantia, su Consejo de Administración constató “su sentido estratégico” y emplazó al equipo “seguir analizando las posibles alternativas de ejecución y sus calendarios asociados”. A finales de octubre, cuando el fondo IFM tiene más complicado llegar al 16,6% (ahora tiene el 15%), sorprendió la nueva intromisión de la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, a través de una entrevista en Expansión, señalando que “escindir Naturgy no es lo más aconsejable” y que “el Gobierno lo vigilará”. Claro que ahora en la energética tiene más actualidad la entrada del fondo colonizador BlackRock, tras comprar GIP, fondo que tenía un 20%, y Moncloa es muy probable que no ponga trabas.