Europa insiste en ser la más lista de la clase ecologista y la más tonta del mundo, como se puede ver en que quiere sólo coches eléctricos a partir de 2035, pero ha tenido que hacer una ligera concesión ante los que usen combustibles sintéticos y prefiere no hacer caso de la advertencia de que no hay litio suficiente por parte del CEO de Stellantis, Carlos Tavares. Mientras EEUU quiere que los eléctricos supongan el 67% de los coches nuevos… en 2032, dentro de las nuevas reglas de la Administración Biden para endurecer los estándares de emisiones.

Un liderazgo verde en Europa que parece no tener en cuenta que representa menos del 10% de las emisiones de CO2 mundiales, lejos de EEUU (14%) y China (28%). Esta realidad no ha impedido que hace unos meses la Unión Europea elevara al 62% el objetivo de reducción de emisiones para 2030. Claro que la UE tampoco tiene en cuenta el elevado precio de los coches eléctricos ni sus problemas ni que las ayudas son insuficientes ni que aún falta un gran despliegue de infraestructuras de recarga en muchos países. Recientemente, Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha defendido los coches de combustión que la UE vetará a partir de 2035, señalando que “emiten mucho menos en todo su ciclo de vida que los eléctricos” y que hay “montañas de carbón” que salen del puerto de La Coruña hacia Alemania para generar la energía que se emplea en fabricar coches eléctricos. Y desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), su director general, José López-Tafall, ha advertido del riesgo de que la normativa Euro 7 (la cual incluye el citado veto a los coches de combustión): pone en peligro la continuidad de las cadenas de producción y puede generar despidos. 

Brufau (Repsol) insiste en que los coches de combustión “emiten mucho menos en todo su ciclo de vida que los eléctricos” y López-Tafall (Anfac) advierte que la normativa Euro 7 pone en peligro la continuidad de las cadenas de producción y puede generar despidos

Biden quiere reducir más las emisiones y apuesta por los coches eléctricos

Menos mal que en su conjunto la UE sí cree en la energía nuclear, como se pudo ver, por ejemplo, en su inclusión en la taxonomía verde, y más recientemente, al reconocer el hidrógeno producido con energía nuclear (también llamado hidrógeno rosa) como renovable. Todo esto no es baladí y mucho menos en un momento como este de crisis energética, porque la nuclear genera electricidad de forma estable y sin emitir CO2, por lo que es clave en la transición energética y en la lucha contra el cambio climático, y es el mejor complemento de las renovables de cara a garantizar el suministro.

En Francia, el Ministerio de Transición Energética que dirige Agnés Pannier-Runacher ha encargado a EDF que estudie aumentar un 3% la potencia de sus 56 reactores actuales, al mismo tiempo que sigue vigente el plan de construir seis nuevos

Dentro de la UE, hay muchos países que apuestan a lo grande por la nuclear, destacando Francia: el Ministerio de Transición Energética que dirige Agnés Pannier-Runacher ha encargado a EDF que estudie aumentar un 3% la potencia de sus 56 reactores actuales, al mismo tiempo que sigue vigente el plan de construir seis nuevos. Polonia también ha apostado por la construcción de reactores, al igual que Países Bajos, y Bélgica ha alargado la vida útil de sus dos últimos reactores diez años hasta 2035.

Sin embargo, dentro de los 27 Estados miembros también hay dos países que están cometiendo grandes errores en su transición energética: Alemania y España. El primero dice adiós a sus últimas tres centrales nucleares, de las 17 que llegó a tener en su día, este sábado, al tiempo que ha apostado fuertemente por el carbón (ha sido la energía más usada para generar electricidad en 2022 y se ha llegado a destruir la población de Lützerath para ampliar una mina) y también por el gas incluso con nuevas centrales. Hace unos meses, el ministro de Transportes, el liberal Volker Wissing, reabrió el debate nuclear en la ‘verde’ Alemania y pidió que un comité de expertos examinara si debía ampliarse la vida útil de las últimas tres nucleares más allá de abril, algo que los otros dos socios de la coalición de gobierno (Alianza 90/Los Verdes y el Partido Socialdemócrata de Alemania -SPD-) no estaban dispuestos a hacer. Ahora se producirá el apagón nuclear, pese a la oposición creciente: casi dos tercios de los alemanes están en contra del cierre nuclear, según una encuesta realizada por el instituto de investigación de opinión YouGov para la Agencia de Prensa Alemana; el presidente de la Cámara del Comercio y la Industria Alemana (DIHK), Peter Adrian, declaró que “la seguridad energética no está garantizada”, en declaraciones al diario Rheinische Post; y el vicepresidente del grupo parlamentario conservador (CDU/CSU) en el Bundestag, Jens Spahn, refirió que “el sábado será un mal día para la lucha contra el cambio climático”, en el canal de televisión RTL. Además, en el último momento, una veintena de científicos han escrito un carta al canciller alemán, Olaf Scholz, pidiendo el mantenimiento de las tres últimas nucleares.

Y ojo, porque el tremendo error que comete Alemania al decirle adiós a la nuclear podría repetirlo España en unos años: por ahora mantiene el calendario de cierres progresivos de sus siete reactores entre 2027 y 2035. Hay poca esperanza de que el Gobierno rectifique parte de ese calendario en la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, sigue sin querer dar una oportunidad a una energía que no emite CO2, y su obsesión antinuclear llegar al extremo de manipular informes. Pero ojo, porque el punto de no retorno para la central de Almaraz (la primera en cerrar) es 2024.

El cierre de las nucleares elevará el precio de la luz, las emisiones y la dependencia energética del exterior, advierte el experto Alfredo García... y también podría causar muchas muertes adicionales cada año, según el MIT

Deberían escuchar a Alfredo García, más conocido en Twitter como Operador Nuclear, ha lanzado una campaña en Change.org para salvar las centrales nucleares españolas porque su cierre no sólo “es un suicidio”, sino que elevará el precio de la luz, las emisiones y la dependencia energética del exterior. Y sabe bien de lo que habla, pues es ayudante de jefe de turno en la central nuclear de Ascó, tiene licencia de operador de reactor y supervisor, y también es ingeniero de Telecomunicaciones, licenciado en Comunicación Audiovisual y divulgador científico. Además, eliminar las centrales nucleares podría causar muchas muertes: el aumento de la contaminación ambiental podría estar asociada, sólo en EEUU, a más de 5.200 muertes adicionales cada año, según un estudio del MIT publicado en la revista Nature Energy.

Si hace unas semanas fueron Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, presidente y CEO de Repsol, respectivamente, los que avisaron a Ribera y al resto de la UE de que su modelo de transición energética es un fracaso y debe repensarse, ahora el tirón de orejas viene desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE). En concreto, su director, Fatih Birol, ha referido que “cuando acabe la guerra de Ucrania, los Estados miembros antinucleares de la UE tendrán que sentarse y hacer una autocrítica seria”.