La obsesión antinuclear de Teresa Ribera no tiene límites y no deja de sorprendernos. Y es que ahora el departamento que dirige, el de la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha llegado al extremo de manipular un informe y borrar la energía nuclear dentro de lo que considera que necesitamos para limitar el calentamiento global.

Un “olvido” que ha advertido Alfredo García (más conocido en Twitter como Operador Nuclear), que es ayudante de jefe de turno en la central nuclear de Ascó, tiene licencia de operador de reactor y supervisor, y también es ingeniero de Telecomunicaciones, licenciado en Comunicación Audiovisual y divulgador científico. En concreto, el Departamento de Ribera ha manipulado un informe de Ember, un grupo de reflexión sobre la energía que utiliza conocimientos basados en datos para impulsar el mundo hacia la electricidad limpia, excluyendo a la nuclear para destacar lo que en su opinión necesitamos para limitar el calentamiento global y que se resume en: reducir el carbón; aumentar la eólica, la solar y otros modelos de electricidad limpia; y ¡mantener el gas!

¡Incomprensible! La vicepresidenta ecológica es una gran enemiga del CO2… y por eso se entiende menos aún que quiera renunciar a una energía que genera electricidad sin emitir CO2 y lo hace de forma estable sin depender de factores meteorológicos y de forma muy segura. Además, tiene la segunda tasa de muertes por unidad de energía eléctrica producida en todo su ciclo de vida y en accidentes más baja (0,03%) tras la solar (0,02%), según el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA, o bien IAEA, por sus siglas en inglés).

Los siete reactores españoles aportaron el 20% de la electricidad en España en 2022, pero Ribera insiste en su cierre progresivo entre 2027 y 2035, algo que Alfredo García considera que “es un suicidio” y además elevará el precio de la luz, las emisiones y la dependencia, por lo que ha iniciado una campaña para salvarlas. Asimismo, desde la Sociedad Nuclear Española (SNE) -que agrupa a los profesionales de la industria nuclear de nuestro país-, se ha señalado que “hoy no se puede prescindir de la nuclear por seguridad de suministro y objetivos de descarbonización”, destacando que “nos estamos quedando solos en la estrategia de cierre” y ha pedido reconocer a la nuclear como fuente estratégica lanzando un manifiesto, pues nuestros reactores pueden operar 60 años o incluso más. Una energía que cada vez se valora más en la Unión Europea (ha llegado a incluirse en la taxonomía verde y ha reconocido como renovable el hidrógeno producido con nuclear -el hidrógeno rosa-)

En unos meses toca revisar el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y cada vez son más voces las que piden que se alargue la vida de las nucleares españolas, pero Ribera prefiere dejar su ineludible prórroga para el próximo gobierno. Todo esto mientras su jefe, Pedro Sánchez, habla en numerosas ocasiones de “autonomía estratégica” y “soberanía energética”, e incluso ha referido que la guerra en Ucrania ha demostrado que a Europa le faltan soberanía energética, alimentos y chips, y que se necesita ‘nacionalismo económico’ sin ir contra la globalización. Un buen diagnóstico, pero no habla de ninguna terapia y las únicas pistas que da tienen que ver con la fuerte apuesta por las renovables y por la ruina del hidrógeno verde con proyectos como el H2Med, que no gusta nada a Greenpeace y la Fundación Renovables.

Ojalá España no repita el mismo error de Alemania con su política verde: está en la recta final de sus últimas tres nucleares, ha disparado el uso del carbón y ha anunciado que instalará 25.000 MW de centrales eléctricas de gas

Esperemos que España no repita el mismo error de Alemania con su política verde: un país que tiene en la recta final sus últimas tres nucleares, de las 17 que llegó a tener; ha disparado el uso del carbón ante el descenso del gas ruso e incluso le ha llevado a engullir el pueblo de Lützerath para ampliar una mina de carbón; y ha anunciado que instalará 25.000 megavatios (MW) de centrales eléctricas de gas (energía que sí emite CO2). Y en el entretanto, China ha disparado la apertura de centrales de carbón, pero ya saben, Europa insiste en el liderazgo verde.