La Unión Europea sólo quiere que se compren coches más caros sí o sí,... no le importan los problemas de los eléctricos. Lo hace, cómo no, bajo el paraguas progre de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), pues elevó su objetivo de bajarlas un 40% al 55% para 2030 respecto a 1990. Ya saben que la UE sigue empeñada en ser la primera de la clase ecologista mundial, pese a que sólo genera el 10% de las emisiones mundiales, tres veces menos que China.

Hace unos días, el Pleno de la Eurocámara ha apoyado la prohibición de vender coches nuevos de gasolina, diésel e híbridos a partir de 2035, que se acordó entre instituciones el pasado otoño y ahora sólo queda el visto bueno formal de los 27 Estados miembros para que entre en vigor. Eso supondrá que todos los turismos y furgonetas nuevos que se vendan en la UE a partir de esa fecha sean cero emisiones. Entre los 340 votos a favor no faltaron los del PSOE, mientras entre los 279 en contra se situó el Partido Popular Europeo (PPE) y su portavoz, Jens Gieseke, ha advertido que la prohibición supondrá nuevos coches “más caros”, pérdida “miles de puestos de trabajo” y llevará a la industria automovilística europea “hacia un callejón sin salida”. A finales del pasado octubre, el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, dio una nueva lección de política energética, considerando un “grave error” la decisión europea de prohibir los coches de combustión a partir de 2035 y volvió a criticar la carrera europea por reducir emisiones sin que preocupe que no haga lo mismo China. 

Hace unos ocho meses, José Vicente de los Mozos, una de las voces más autorizadas dentro del sector automovilístico español y que hace poco tuvo prematura ‘jubilación’ en Renault, subrayó que el coche eléctrico no es accesible para todos. Lo hizo tras conocerse que el Parlamento Europeo había votado a favor de prohibir los coches de combustión en 2035, en línea con lo que quería la Comisión Europea. A principios del pasado noviembre, el comisario europeo de Mercado Interior, el francés y masón Thierry Breton, abrió la puerta a prorrogar la venta de coches de combustión más allá de esa fecha porque su prohibición destruiría 600.000 empleos, y anunció que se revisará en 2026. Claro que tras el apoyo reciente de la Eurocámara a vetar los coches nuevos de gasolina, diésel e híbridos ha vuelto a quedar claro que sólo quiere que se compren coches más caros, como lo son eléctricos o los Ferrari: la Enmienda Ferrari permitirá a los fabricantes que tengan una producción ‘artesanal’ de hasta un máximo de 1.000 unidades al año seguir produciendo coches con motores de combustión.

Paralelamente, conviene no olvidar los problemas que siguen acumulando los eléctricos. Al caro precio y la falta de ayudas eficaces se suma: el fuerte retraso en el despliegue de puntos de recarga (en España puede llegar a dos años por unidad), que no ahorran energía, sus baterías se fabrican con minerales extraídos en algunos países donde se explota a personas y China controla gran parte de esos minerales, y por ahora, no permiten que la Guardia Civil pueda ayudarte. Asimismo, también están teniendo dificultades con los neumáticos (son más caros y duran menos que los de coches de combustión), hay baterías que arden y para apagar el incendio los bomberos llegaron a emplear ¡23.000 litros de agua! En EEUU muchas aseguradoras están declarando a muchos Tesla siniestro total pese a tener daños leves porque son caros de reparar y en España hay dificultades para encontrar talleres y mecánicos especializados en este tipo de vehículos y aún no hay una solución para sus residuos y el reciclaje de las baterías. 

Hace unos meses, la aseguradora francesa AXA señaló que se registra un mayor número de accidentes entre los coches eléctricos, en concreto estos sufren un 50% más de daños propios que los coches convencionales, como informa El Debate. Y las aseguradoras danesas Topdanmark, Tryg y Codan han concluido que los eléctricos tienen un 20% más de accidentes que los de combustible y en el caso de Tesla, el porcentaje roza el 50%. De hecho, el propio Elon Musk se ha planteado rediseños para reducir el coste de las reparaciones. Claro que ahora también deberá lidiar con otro tema: Tesla ha llamado a revisión a 362.000 coches en EEUU por fallos de seguridad en el software de conducción autónoma, que pueden provocar que se excedan los límites de velocidad o se hagan maniobras peligrosas. No hay que olvidar que el año pasado ya tuvo que retirar 54.000 por problemas en el software porque los coches no se detenían por completo en los cruces.

Y los eléctricos duran bastante menos que los de combustión, fundamentalmente porque las baterías van perdiendo autonomía a medida que pasan los años y también baja mucho la autonomía con las bajas temperaturas, como ha destacado el mecánico y perito judicial Ángel Gaitán hace unos días en ‘El programa de Ana Rosa’. Él mismo usa un coche eléctrico desde septiembre de 2014 y considera que viene muy bien para la ciudad, pero con sólo 87.000 kilómetros recorridos la batería ha reducido su autonomía por debajo de los 100 kilómetros… y comprar una batería nueva cuesta entre 12.000 y 15.000 euros.

Problemas de los Tesla en EEUU