Tiempos extraños provocados, como causa eficiente, por un virus extraño. Del que desconocemos su origen, su sintomatología variable, una creación de anticuerpos de efecto retardado, y del que tampoco sabemos, si puede decirse así, sus intenciones. Mal enemigo aquel que se desconoce de dónde viene ni a dónde va. ¿O no tanto?

Otra nota curiosa: se multiplican las noticias que hablan de actos demoniacos, ritos de vudú o pederastia desatada. No nos engañemos a Satán le encanta los pedófilos, le encanta destruir la inocencia.

Otra rareza. Pablo Ferrer escribía en Hispanidad una pieza que ha sido muy seguida. Recogía la extrañeza de muchos cristianos al ver un basílica de San Pedro cerrada pero, al mismo tiempo, un Papa solitario… que clama contra una iglesia virtual, donde el memorial de la Cruz, la Eucaristía, se hace en silencio, ante una cámara de televisión en lugar de ante los invitados al banquete.

Me vino a la memoria aquello que me contaba un empresario español, que ha visitado al Papa en muchos ocasiones. Al menos por dos veces, el Papa le pidió: “Rece usted por mí, porque el diablo anda suelto… suelto aquí, en el Vaticano”.

A este virus raro le vencemos unidos o desunidos, pero rezando

Y a todo esto, me insisten algunos lectores en si no me estaré pasando al relacionar coronavirus con Eucaristía y, para ser más exactos, con la profanación de la Eucaristía, cada vez más frecuente en España, con el fin del ciclo al que se refiere el Papa FranciscoYo creo que me estoy quedando corto.

Me atengo a lo que revelación de la madrileña Margarita de Llano: “Viviréis entre demonios”. Y el objetivo de Satán, el primero de todos, es la Eucaristía.

Es más, con esto del coronavirus se nos está vendiendo desde el poder un curioso eclecticismo consistente en una unidad frente al virus. Como si la coincidencia política pudiera acabar con un organismo vivo y un poquito cabrón.  

Y cuidado, porque el eclecticismo es la puerta abierta al Anticristo, en el que se creará un nuevo sacrificio eucarístico… que no será otra cosa que la adoración de la bestia, a través del sincretismo y de la ‘New Age’, que como insinuaba Juan Claudio Sanahuja, aquel formidable estudioso del Nuevo Orden Mundial (NOM), eso, el sincretismo, es la religión del Anticristo.

Sin olvidar la otra nota distintiva para esa época profetizada: tal parece como si alguien quisiera acabar con el hombre, tal y como se describe para los tiempos del Anticristo.

¿Y todas estas desgracias van a ocurrir? Por supuesto que no tiene por qué ser así. El hombre es libre, que es algo que siempre olvidan los aficionados al fin de los tiempos. Hijo de Dios, por tanto, por Dios protegido y tutelado (que no monitorizado, eso es lo del ministro Marlaska) por su Padre Dios. 

Es más, esas profecía no se ha hecho para predecir sino para convertir. No pasará nada de eso si el hombre decide que no pase… decide, por ejemplo, ser fiel a la Eucaristía.

El coronavirus es muy extraño, más raro que un perro verde. Como raro es todo lo que está ocurriendo

En este punto, ¿se dan cuenta de lo que puede ocurrir en el seno del pueblo católico un mes sin comulgar? ¿De verdad nos creemos tan fuertes como para poder aguantar así? Sí ya sé que muchos están años sin comulgar pero por eso va el mundo como va.

Igualmente estúpida es la postura opuesta. La de los gobiernos por ejemplo. Esto del coronavirus no tiene nada que ver con la Dios, ni con la degradación moral de la sociedad ni con todas estas cosas. Se cura con confinamiento. Pues si lo que me ofrecen es este positivismo lelo, me quedo con los iluminados. Y sí, sé que son muy peligrosos.

Porque en una cosa seguro que coincidiremos: este bicho es muy extraño, más raro que un perro verde.

A este virus le matamos unidos o desunidos, pero rezando.