Sr. Director:

Según el DRAE, machismo es la actitud prepotente de los varones respecto a las mujeres; una forma de discriminación sexista, caracterizada por la prevalencia del varón. Mientras que, feminismo se refiere al principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre en todos los órdenes. No son pues términos opuestos, ya que el machismo tiene una connotación negativa de la que carecería el feminismo. Aunque suene raro el (des)calificativo opuesto al machismo sería hembrismo: concepción o actitud que presupone la superioridad de las mujeres respecto de los varones. En consecuencia, y por mucha matraca que nos den, no es correcto denominar violencia machista a la ejercida por un hombre contra una mujer concreta que es o haya sido su pareja, ya que no la agrede por prepotencia y por el hecho de ser mujer, sino que procede de mantener o haber mantenido una relación afectiva con la víctima. 

En realidad, lo correcto sería calificar este tipo de actos delictivos como violencia de pareja o expareja; reservando la violencia machista sólo cuando un hombre agreda a una mujer por el único motivo de ser mujer y sin previa relación afectiva; como suele suceder con los denominados depredadores sexuales y con los violadores y agresores grupales que actúan en manada. Distinguir entre unos y otros casos es fundamental, tanto para la prevención como para la  diagnosis y posible tratamiento jurídico y penal. Pero interesadas teorías políticas, no exentas de provechos lucrativos, interfieren poderosamente en este manipulado asunto.