Tampoco consiste el liberalismo en una defensa de la propiedad privada en sí, sino de lo grande frente a lo pequeño
Javier Milei ha sido catalogado por la progresía europea y americana como un 'ultra'. No es católico, sólo es liberal, e incluso de esos liberales que hablan más de un Estado pequeño que de la propiedad privada pequeña, lo cual no debería resultar tan lamentable para un progresista. En cualquier caso, lo peor de lo peor: es un ultra indeseable.
Pero como lo políticamente correcto es ser demócrata comunista, todos los liberales, y todos los católicos, son llamados "ultras" y hemos terminado.
Ahora bien: sí, el liberalismo económico resulta perfectamente compatible con el cristianismo, porque ambos defienden la propiedad privada. Bien es cierto que al primero poco le importa si esa propiedad privada es grande o pequeña, mientras que lo que defiende el cristianismo es la propiedad privada pequeña, la PPP.
La doctrina Social de la Iglesia piensa como aquel que declaraba que la propiedad privada se parece al estiércol: beneficioso siempre que esté correspondientemente repartido, no amontonado en un mismo lugar, en unas mismas manos.
El liberalismo filosófico, sin embargo, no es compatible con la Iglesia: siempre acaba en soso relativismo moral
Pero sí, en principio, el liberalismo económico está más próximo al cristianismo que el socialismo porque la libertad viene antes que la igualdad y sin libertad no hay justicia, que es mucho más importante que la igualdad, siempre injusta. También por otro motivo mucho más prosaico: porque todo lo público consiste en una monumental estafa al individuo y a las familias. Empezando por el dinero público, que no es otra cosa que esa parte de nuestra propiedad que obligatoriamente tenemos que ceder al Estado, es decir, al Gobierno, es decir, a los políticos, para que hagan con ella lo que les venga en gana.
Sin embargo, y la distinción es primordial, el liberalismo filosófico no es compatible con la Iglesia: siempre acaba en relativismo moral. Probablemente sea la filosofía que con más furor se oponga a la doctrina cristiana.
El dinero público, que no es otra cosa que esa parte de nuestra propiedad que obligatoriamente tenemos que ceder al Estado, es decir, al Gobierno, es decir, a los políticos, para que hagan con ella lo que les venga en gana
El liberalismo económico, por contra, constituye la defensa de la propiedad privada pequeña, base de las libertades públicas, no la defensa de los mercados, ni de las grandes empresas. Recuerden a Chesterton: un carterista puede ser un acendrado defensor de la libertad de mercado pero no se le podrá considerar jamás un defensor de la propiedad privada.
Tampoco consiste el liberalismo en una defensa de la propiedad privada en sí, sino de lo grande frente a lo pequeño. Volvamos a Chesterton, ¿Que más me da que todas las tierras del Condado sean propiedad del Estado o lo sean del Duque de Sutherland? En ambos casos, ni una pequeña porción es mía.
Liberalismo es la defensa de la propiedad privada pequeña, base de las libertades públicas, no la defensa de los mercados, ni de las grandes empresas
Por tanto, el liberalismo es la defensa de la propiedad privada pequeña, porque esa PPP es la que hace al hombre libre. Por eso, la Doctrina Social de la Iglesia defiende la propiedad privada.
Y sí: me atrevo a decir que el liberalismo está más cerca del cristianismo porque lo que importa no es la naturaleza de la propiedad sino su tamaño: lo grande siempre será injusto con lo pequeño. Y lo público, créanme, tiene una tendencia hacia lo grande muy superior a la de lo pequeño.
Sí, el liberalismo está más próximo al cristianismo que el socialismo.
Eso sí, para el Sanchismo, cristianismo y liberalismo son lo mismo: los dos son ultras.