Percibo demasiada obsesión con el demonio y lo demoniaco. Conste que es lógico, porque como repite el Papa Francisco: “el demonio anda suelto en esta etapa histórica. Es más, el Pontífice, según la persona –un empresario español–, a quien Francisco le hizo esta advertencia, así se lo comunicó. Con decirles que él se refería a que anda suelto en el mismísimo Vaticano...

Pero no creo que Francisco lo reduzca al asalto de Satán a la Santa Sede. De otro modo, no entiendo por qué el libro que el Papa acostumbra a regalar y aconsejar es “Señor del Mundo”, de Robert Benson.

El hombre en pecado mortal es el peor de los endemoniados

Y también es lógico porque al decir de los pocos policías con ojos, resulta que el satanismo anda disparado en España.

Digo con ojos, porque no son pocos los policías que, al encontrarse con un hecho satánico, o bien niegan de entrada tal condición o la atribuyen a locura. Los espíritus, el humano o el angélico, no caben en los informes forenses.

No, ahora me refiero a la obsesión con el satanismo entre personas no satánicas. Y, sobre todo, la obsesión con los casos de posesión satánica, la parte más hollywoodiense del príncipe de las tinieblas.

Las posesiones representan los casos más hollywoodienses pero también los menos relevantes del satanismo

Para entendernos, todo hombre en pecado mortal (sí mortal, se llama así porque provoca la muerte del ama) está más endemoniado que aquel a quien un espíritu maligno tiene poseídas sus facultades motrices y sensoriales. Y no existen estadísticas sobre personas en pecado mortal, pero los moralistas aseguran que haberlas, haylas.

El diablo anda suelto, lo dice el Papa Francisco y otra mucha gente, pero no conviene obsesionarse con él. Recuerden la sentencia de Santo Tomás Moro: el espíritu orgulloso no puede sufrir que le ignoren. Y no hay peor endemoniado que el alma en pecado mortal, aunque el diablo esté suelto… que lo está. Pregunten al Papa.