Fue durante la misa del viernes 17 de abril, en la Casa Santa Marta. “En esta pandemia nos comunicamos a través de los medios de comunicación, pero no estamos juntos, como es el caso de esta Misa”, afirmó el papa Francisco, para luego llegar al meollo de la cuestión:

“Esta pandemia que nos ha hecho a todos comunicarnos religiosamente a través de los medios, a través de los medios de comunicación, incluso esta Misa, estamos todos comunicados, pero no juntos, espiritualmente juntos. La gente es pequeña. Hay un gran pueblo: estamos juntos, pero no juntos. También está el Sacramento: hoy lo tienen, la Eucaristía (se refiere al pequeño grupo de personas que estaban allí físicamente), pero la gente que está conectada con nosotros, sólo la Comunión espiritual. Y esto no es la Iglesia: es la Iglesia en una situación difícil, que el Señor permite, pero el ideal de la Iglesia es estar siempre con el pueblo y con los Sacramentos. Siempre.”

En otras palabras, la Iglesia no puede ser virtual, ni los sacramentos se pueden impartir de manera telemática. La Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, hay que recibirla físicamente y, si fuera necesario, confesar antes los pecados al sacerdote, presente físicamente y no a través de una pantalla.

Recuerden que fue el Gobierno italiano el que prohibió las misas y cerró el acceso a la plaza de San Pedro. ¿Por qué Francisco cerró el Vaticano? ¿Le obligaron a hacerlo? ¿Quién? En definitiva, ¿está Francisco secuestrado en el Vaticano? Porque no tiene sentido que alguien tome esa decisión -cerrar San Pedro- y, al mismo tiempo, hable así de la necesidad de recibir los sacramentos.

Y sí, tal vez fue una decisión del Papa para no entrar en guerra con el Gobierno italiano. Tal vez. En cualquier caso, ha llegado el momento de abrir las iglesias a los fieles.

Mientras, la Conferencia Episcopal Española (CEE), nada y guarda la ropa. En un comunicado remitido este lunes, defiende el caracter legal de los templos abiertos -"ni siquiera en el estado de excepción puede suprimirse la libertad de culto"- pero, al mismo tiempo, no los abre. Recuerden que fueron los obispos -casi todos- los que cerraron las iglesias, no el Gobierno. El secretario general de la CEE, Luis Argüello, denuncia, además, que "la actuación de la policía interrumpiendo un acto de culto es desmedida, no respeta ni el 11 del estado de alarma ni el 16 de la Constitución Española".