En la madrugada del viernes 19, Israel ha lanzado un ataque con drones y misiles no tripulados sobre la región de Isfahán (centro de Iran), en concreto sobre una base militar y en la cercanías a un complejo nuclear. 

 

Y aquí viene la tragicomedia que hemos vividos durante toda la mañana. Tras el ataque, y recordando que Irán había prometido venganza se ha producido un vodevil curioso: Irán ha llegado decir que no tenía claro si había sido bombardeado, que nada de misiles, si acaso algunos drones sin importancia.

Al mismo tiempo, Estados Unidos, ante el silencio de Israel, decía que sí, que el ataque había tenido lugar, que Netanyahu les había hecho caso y que pelillos a la mar.

Y a estas horas no tenemos claro si el ataque se ha efectuado también en territorio iraquí -cada día más, una sucursal de Irán- y a Siria.

El caso es que nadie aparezca como perdedor necesitado de venganza.

En resumen, Irán dice aquello de que "apenas nos han bombardeado: no necesitamos responder y no quedamos como unos cobardes".

Por su parte, Israel han lanzado su mensaje: no te he hecho daño pero ahora sabes que puedo hacértelo... y en tu arsenal nuclear. 

Insistimos, el caso es que nadie aparezca como perdedor necesitado de venganza.

Por cierto, Irán atacó en sábado, día sagrado para los judíos. Israel ha atacado en viernes, día sagrado para los musulmanes. A lo mejor es una mera coincidencia. Y justo en el día en que Estados Unidos vetaba la entrada de Palestina como miembro de Naciones Unidas.

En cualquier caso, esto se hincha.