Woody Allen vuelve a rodar en la ciudad de los rascacielos tras cuatro películas filmadas en Europa (Match Point, Scoop, Cassandras Dream y Vicky Cristina Barcelona). Si la cosa funciona no aporta nada nuevo a su filmografía salvo la constatación de que, con paso de los años, Allen  se ha convertido en  más cínico, más amargado y más amoral.

Podríamos decir que Woody Allen en esta comedia demoledora hace un resumen de sus presupuestos vitales. Una visión de la existencia pobre, plana, con un solo objetivo: la búsqueda del placer rápidosiempre que la cosa funcione

No es extraño que su gruñón protagonista, claramente un alter ego de Woody Allen, en su carrera hacia la felicidad a cualquier precio sea capaz de mantener una relación con una atractiva jovencita (por cierto, que resulta totalmente increíble desde el momento que el veterano e intelectual protagonista carece de cualquier atractivo que no sea su cinismo exacerbado).

En  esta carrera hacia delante todo está permitido como dar pátina de normalidad a relaciones de ménage à trois u homosexuales y, por supuesto, reírse de los que tienen creencias o poseen  sentido de la trascendencia (a éstos los retrata como unos hipócritas o unos descerebrados).

Ante un largometraje de contenido tan ejemplar algunos críticos han afirmado que nos encontramos ante el más ingenioso Woody Allen. Así va el mundo

Para: Los que crean que Woody Allen, a estas alturas, tiene algo nuevo que aportar que no sea su propia amargura