Observen la formidable campaña contra la soledad del Ayuntamiento de Madrid. El alcalde, don José Luis Martínez-Almeida, ha caído en la cuenta de que el madrileño está triste porque se encuentra sólo y entonces, nuestro edil corre solícito en su ayuda, para que se realice y eso, en buena compañía.

Nuestro capitalino munícipe ha caído en la tentación de tantos políticos, que no sólo quieren mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos sino que aspiran a algo mucho más espiritual: a que se realicen, en su totalidad manifiesta. 

No sólo quieren su bienestar sino también su felicidad. Es como José Stalin, conocido como "Pl padrecito". Quiero decir que esto viene de muy atrás: los políticos sensatos se conforman con no molestar en exceso al pueblo: que posea una miajita de libertad y la oportunidad de ganarse la vida. Pero los políticos insensatos, aquellos que buscan pasar a la historia, no se conforman con tan poco: aspiran a forjar individuos felices. Eso sí, si se niegan, recalcitrantes, a ser felices se les quita de en medio porque la democracia tiene sus límites y la paciencia del poder, también.

Y ahí tienen a nuestro Almeida: dispuestos a acompañarnos a todos. Madrileño: no estás solo, el alcalde te acompaña.

Los santos nunca están solos: siempre están hablando con Dios

Almeida, muchacho: que no se trata de llenar el tiempo, sino de llenar el corazón. Y el que mejor lo llena es Cristo. Figúrate que los santos nunca están solos: siempre están hablando con Dios y rara vez acuden al psicólogo.