Sr. Director:

La búsqueda, el conocimiento y la relación con un ser trascendente, con Dios, son cuestiones capitales para el ser humano. Al menos, alguna vez y en diversas situaciones, cada persona se ha preguntado por ellas.

También las encontramos en manifestaciones de la cultura: en la literatura, el arte, la música, el cine, (...). Mas, no nos engañemos, cualquier persona sensata que se plantee honradamente la pregunta por la existencia y conocimiento de Dios sabe que para acercarse a una respuesta necesita atención y rectitud, sinceridad e interés. La búsqueda de Dios "exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, un corazón recto, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios» (CIC).

La razón natural y la Fe abren horizontes insospechados para las personas y la sociedad. Así, por ejemplo, la construcción de una catedral, o la solidaridad, son posibles por los conocimientos técnicos y la fe, en el primer caso, y por la justicia y la caridad en el segundo. Ambas, Fe y Razón, están presentes con su independencia y colaboración.

Desde el sentido común y la reflexión podemos descubrir el orden en el Universo, sus leyes, su contingencia, ... y, con ello, la existencia de un Ser necesario. "En la gran racionalidad del mundo podemos intuir el espíritu del creador del cual proviene, y, en la belleza de la creación, podemos intuir algo de la belleza, de la grandeza y también de la bondad de Dios" (Benedicto XVI).

También se ha razonado, en esta búsqueda, desde la apertura a la verdad, al bien y a la felicidad, que el ser humano únicamente es capaz de colmar esas tendencias en Dios: Sumo Bien y Fin último. "La semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia, su alma, no puede tener su origen más que en Dios", (CIC, n. 33).

Desde el cristianismo, (por la revelación sobrenatural y la Fe), Dios sale al encuentro del hombre: "en la Palabra de las Sagradas Escrituras podemos escuchar palabras de vida eterna, que no vienen simplemente de los hombres, sino que vienen de Él, y en ellas escuchamos su voz" (Benedicto XVI). En la situación actual del ser humano (naturaleza caída y redimida), conocer y acertar en las grandes verdades, está exigiendo superar reduccionismos y abrirse a la Revelación y a la luz de la Fe. "La fe que actúa por el amor se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre" (Porta fidei, 2011, n. 6). Tenemos el ejemplo en la vida de los Santos, cuyo encuentro con Jesucristo fue transformador: Pedro, Pablo, Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, (...) y tantas personas sencillas que luchan por vivir su vida ordinaria con sentido sobrenatural.

José Arnal Agustín