En Hispanidad hemos publicado varios casos de trans arrepentidos, por ejemplo, el de Helena Kerschner, que explicaba el suplicio que supone cambiar de sexo. O el caso de Sandra: "Te meten el pene para adentro. De su tamaño dependerá la profundidad de tu vagina. Con el prepucio te hacen el clítoris". O el de Nagore, la mujer que paró su transición a hombre. O el caso de Susana, la primera trans arrepentida que reclama a la Sanidad pública: "Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso?". Además, hemos denunciado cómo aumentaba el número de trans que se arrepiente de su proceso de cambio de sexo.

O casos en los que se ve cómo toda la maquinaria trans coacciona y empuja a jóvenes a tomar deciones irreversibles de las que se pueden arrepentir. Como Chloe Cole que denunció la coacción a la que fueron sometidos sus padres por parte de los médicos:"¿Preferirías tener una hija muerta o un hijo vivo?" o el del ex marine estadounidense Chris Beck que advitió que los famosos bloqueadores de la pubertad "son las mismas hormonas que solían utilizar para la castración química para pedófilos”. O el de Amelia, transgénero arrepentida, que denunciaba la coacción que sufrió: le dijeron que "si no transicionaba no iba a ser feliz y me acabaría quitando la vida". Muestra de ello son los protocolos en los colegios que obligan a los profesores a denunciar a los padres que se opongan a que sus hijos cambien de sexo.

Ahora recogemos este testimonio, en el que se explica muy bien cómo se trata la disforia de género en España.