El formato de las ruedas de prensa internacionales es el siguiente: la responsable de internacional de Comunicación de Moncloa, Gabriela Cañas, selecciona a dos periodistas, uno español y otro extranjero para que hagan unas preguntas. Y así se producen tres turnos de dos periodistas cada uno. En total, seis preguntas. A todas luces insuficientes en una ocasión como la de este miércoles con la sala de prensa de Moncloa absolutamente saturada.

Pero además de que la logística no es la más adecuada, el sistema permite filtrar o censurar las preguntas. De manera que es el Gobierno español quien escoge cuáles serán los seis periodistas afortunados. Lo que se llama libertad de prensa.

Así que cuando acabó el turno de las seis preguntas y los presidentes Calderón y Zapatero estaban abandonando la sala, una periodista mexicana se levanta y pregunta a voz en grito si los derechos humanos no estaban en la agenda del encuentro bilateral. Ni Zapatero ni Calderón quisieron responder a la pregunta. Flanqueados por sus asesores optaron por abandonar la sala antes de que aparecieran más espontáneos que habían quedado fuera del control de Cañas. Se respira libertad que diría De la Vega.