Sr. Director:

Si alguien llama de madrugada en tu casa, solo puede ser el lechero según el dicho anglosajón para definir lo que es vivir en democracia.

Efectivamente, el aspecto más esencial de la misma es la libertad y el derecho a no ser detenido por razones políticas. Y eso es lo que transgredió el chequista Alonso, ex ministro del Interior y actual titular de Defensa.

Bajo sus órdenes unos funcionarios policiales, a sabiendas de lo ilegal de su actuación, pero movidos por el fervor socialista o, simplemente, pelota, han conculcado el derecho de dos ciudadanos cuyo único delito era ser militantes del Partido Popular y estar en una manifestación legal en defensa de las victimas del terrorismo. Allí, un pusilánime Bono que asistió a la misma, fuertemente escoltado, se encontró que en vez de aplausos le recriminaban su presencia oportunista y con esa cobardía que le caracteriza creyó que los pocos insultos y el rechazo eran golpes y agresiones.

Inmediatamente la dirección socialista vio la oportunidad de amedrentar al PP y sus militantes y simpatizantes y en el mejor estilo comunista lanzó a sus perros de la KGB alonsista a la caza de alguien, que fueron a ser dos humildes militantes del partido conservador, ya no jóvenes y, por tanto, terriblemente peligrosos y fascistas de pro, como no puede ser de otra manera en los manuales totalitarios de acoso y derribo al adversario.

No voy a entrar en las irregularidades policiales, exhaustivamente expuestas en el juicio, ni tampoco en el patético y lamentable espectáculo dado por el Comisario Jefe, tan duro con los débiles, tan cobarde con los fuertes, por cierto, comisario en Vallecas cuando el atentado y el  asunto de la mochila, ¡curioso!. Si quiero recordar la actuación de Constantino Méndez, cero en matemáticas a la hora de contar manifestantes y diligente a la hora de enviar a la policía a obstaculizar la incorporación de la gente a la manifestación de victimas del terrorismo o contra la LOE, torpe en evitar que Madrid se esté convirtiendo en una de las ciudades mas inseguras, ¿casualidad?, con su anuncio de detenciones el día anterior a las mismas, o del Fiscal general del PSOE que en el mejor estilo jurídico proclamaba que la actitud vociferante de los detenidos era motivo de sospecha de agresiones, magnífica lección jurídica en el estilo de la Alemania nazi o de la URSS. Podemos hablar de Pepiño, Rubalcaba, la Voz del Totalitarismo, o sea la SER, o de El País, etc., toda la comparsa político-mediática socialista tratando de acobardar a sus rivales. Afortunadamente, todavía algunos jueces defienden y practican la división de poderes y no se han dejado amedrentar, dictando una sentencia ejemplar.

Algunas voces se levantan lamentando la condena a los funcionarios, alegando que obedecían órdenes, pero desde los juicios de Nuremberg o los mas recientes del Tribunal de La Haya sobre crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia, se ha dictaminado que ese elemento no es excusatorio frente a las ilegalidades y, no olvidemos, que el primer instructor del caso fue degradado por negarse a una actuación ilegal. Lamentablemente, nuestra policía esta bajo sospecha desde el 11M, las informaciones que están apareciendo gracias al valor y la decisión de algunos periodistas, ponen en entredicho su actitud. La tentación totalitaria de los socialistas es, históricamente conocida y parece repetirse, los atentados políticos por fuerzas del orden público están en la historia, recordemos el asesinato de Calvo Sotelo. Se me dirá que estoy dramatizando, exagerando, pero ya son muchas las actitudes sospechosas, algunas silenciadas por no se que causas o cobardías.

Un estado democrático no puede tener una Policía bajo sospecha y el actual Ministro del Interior bien haría en depurar las responsabilidades que hubiese, tanto en este caso como en el 11M u otros, pero ¡claro!, siendo Ministro el portavoz del Gal no existe no soy muy optimista al respecto y el fantasma de Beria y su policía secreta puede seguir rondando sobre nuestras cabezas.

Carlos Juan Gómez Martín

carlorjus@hotmail.com