Cuando Pío VI muere, en el exilio, allá por 1799, la prensa francesa, de profesión librepensadora, titula: "Pío VI, y último".

Esto demuestra la capacidad de análisis y de proyección de futuro de los periodistas. Es lo malo que tiene la Iglesia de Cristo: que su Creador conoce el camino para salir de la tumba. De la Iglesia sus perseguidores pueden repetir la insignia de Dante: "Perded toda esperanza"… de vencerla.

El oficio de anticlerical es muy duro. Se enfrenta a un hueso demasiado duro de roer. Ni los progresistas españoles lograron empañar la Jornada Mundial de la Juventud que se les escapa por todos lados. Ver a medio millón de jóvenes -y todo hace pensar que van a ser muchos más- confesar y arrodillarse ante el Santísimo, da qué pensar en un mundo que, a pesar del descreimiento, continúa avanzando hacia la plenitud. Es como la vibración dentro del caos. No nos engañemos, la organización del evento no podía ser de otra forma, es un poco caos. La falta de medios se suple con esfuerzo personal y sorprende que la impaciencia natural de la juventud no se subleve ante tantas incomodidades y confusiones. La JMJ puede definirse como el caos creativo.

Y ojo, porque llega un Papa con una extraña capacidad para colocar a cada cual en su sitio. Vamos, que no lo ponen fácil, es exigente y los jóvenes perciben la sinceridad de esa exigencia. Como buen pastor no hace promesas sino que describe realidades. No arregla problemas -como, sin duda, hacen los políticos- sino que señala el camino para que cada cual los arregle por sí mismo.

Años atrás, Benedicto XVI resumía las tres desviaciones donde concluyen todas las herejías y todos los equívocos: materialismo, espiritualismo y apocalipsis. Con estas palabras: "El primer peligro radica en percibir la promesa del Antiguo Testamento y la expectativa de la salvación de los hombres de una forma inmanente, en el sentido de contar con mejores estructuras o de brindar prestaciones cada vez más perfectas". Vamos, la teología de la liberación o con la concepción capitalista que valora a Cristo por su capacidad para generar riqueza y estabilidad política. Doctrinas que se autocalifican de modernas pero que obedecen a la edad antigua y hasta a los tiempos oscuros.

Y remacha el Papa: "Así concebido, el cristianismo resulta derrotado. Partiendo de esta perspectiva se ha intentado sustituir el Cristianismo por ideologías que poseen fe en el progreso, y luego con ideologías portadoras de esperanza, que no son otra cosa que variantes del marxismo".

El segundo pliego de errores nos lleva al otro extremo del péndulo: "El segundo peligro es el de proyectar totalmente el cristianismo al más allá, de quererlo sólo como una forma espiritual e individualista, negando la totalidad de la realidad humana". Este segundo error, en mi opinión, que esto no es de Benedicto XVI, es peor que el primero.

Pero la tercera herejía relatada por Benedicto XVI sorprende más, porque, además, le atribuye especial actualidad. Ojo al dato: "El tercer peligro. Que amenaza en particular en tiempos de crisis y de cambios históricos, es el de refugiarse en exaltaciones apocalípticas".

Benedicto XVI no niega el fin del mundo por la sencilla razón de que figura en el Credo. Simplemente, creo, pretende aclarar, que el fin del mundo es para cada cual, el momento de su muerte.

Esta es la arquitectura mental de Benedicto XVI, ahora en Madrid.

Eulogio López

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