Mis ídolos, que no son otros que los editorialistas de El País, han calificado al diputado popular Jorge Fernández como hijo pródigo del nacional-catolicismo. Ya se imaginan el porqué: Fernández llamó desleal al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, por celebrar un gaymonio entre dos homosexuales. No se lo van a creer pero al periódico de Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián no le ha sabido nada bien. La verdad es que Fernández no ha podido ser más delicado. Oficialmente, el portavoz del PP, Gabriel Elorriaga, hombre de alma laica y por tanto aceptado en El País, tildó al alcalde de incoherente. Entre incoherente y desleal existe la misma diferencia que entre erotismo y pornografía: no es lo mismo pero todos sabemos que hablamos de la misma cuestión.

Sin embargo, El País se ha ensañado a gusto con Fernández y ha empleado aposta el término nacional-catolicismo, que es la forma actual de llamar fascista a un sujeto y de ofenderle a gusto sin que tenga posibilidad de defenderse legalmente. O sea muy en la línea de El País: las bofetadas se propinan mirando hacia otro lado. Hipócrita sí, pero muy democrático.

Naturalmente a la doctrina cristiana sobre el matrimonio, El País opone la fraternidad universal de todos los hombres, incluidos los prohijados por quien no son sus padres biológicos. A ver Janli, tú que eres académico : si Fernández es un hijo pródigo del nacional-catolicismo, ¿qué nombre recibe la fraternidad de los hijos sin padre? Porque, claro la definición de Jorge Fernández realizada por el periódico de Prisa tiene muy mala leche. No por lo de hijo de nacional-catolicismo sino por lo de pródigo, especialmente para cualquiera que sepa la trayectoria vital última, digna de todo elogio del portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular.

En tal caso, y nadie tiene derecho a meterse en ello, Fernández sería un pródigo de Cristo y de su Iglesia, no del nacional-catolicismo. De la misma forma que Janli Cebrián no es un hijo pródigo del periodismo franquista, donde tantos éxitos obtuvo, ni del famoso liberal Manuel Fraga que fue quien le posibilitó la Dirección de El País.

Eulogio López