Sr. Director:
Hace poco más de un año, Corriente Cristiana Socialista dijo: El aborto no es un derecho, es un drama.

 

¿Quién es incoherente, la Corriente del PSOE que se autoproclama cristiana pero que no ha protestado por esta ley de aborto, o los Pepiños,  los Bonos y los Moratinos que se dicen católicos y venden su voto o su alma por un plato de lentejas? El malagueño Juan Cerrillo, de esa corriente,  dijo que socialismo y cristianismo comparten valores como la solidaridad o la dignidad de la persona.

Pues mire usted, Sr. Cerrillo, quienes votan a favor de la destrucción de la vida del niño nonato o nasciturus (un niño real, cuyo corazón palpita, que duerme y despierta, que da volteretas y sufre angustiosamente cuando le persigue la cuchilla del abortero, que experimenta indescriptible dolor cuando le pinchan, lo cortan y trocean), no demuestra que crea en la dignidad de la persona. Lo dijo muy claro el Secretario de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino: quien apoye la reforma de la Ley Aído, está fuera de la Iglesia.

Mi más rendida enhorabuena a Joaquín Montero, ex teniente de Alcalde de Parada (Sevilla), que abandonó sus cargos en el Partido y su militancia socialista en protesta por la aprobación de esta infame ley de aborto, injusta e inhumana, que pasa de la dignidad de la persona.

María Fernández Vicente