Era una batalla que Estados Unidos había dejado a la UE ante la imposibilidad de abrir nuevos frentes. Pero ha sido la enésima batalla perdida por la UE. Europa ha presionado a Irán y Persia ha insistido en que seguirá con su programa de enriquecimiento de uranio. Es decir, carrera armamentística aunque se quiera vestir de energía nuclear.

 

Irán ha sido y es foco preocupante de fundamentalismo islámico. Un verdadero polvorín que Occidente no ha sido capaz de controlar. Y por si no había quedado claro, en la mañana del martes estallaban dos bombas en las sedes de British Petroleum y British Airways en Teherán sin causar heridos. Tarjeta amarilla para una Gran Bretaña seriamente golpeada por el azote terrorista.