El gobierno iraní se encuentra en pleno pulso a la comunidad internacional aprovechando la debilidad europea y que Estados Unidos tiene las manos demasiado ocupadas. Argumentan que si países de su entorno como la India o Pakistán ya disponen del arma nuclear, no entienden la asimetría de prohibírselo a ellos.

Además, estos días se celebra el 60º aniversario de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki e Irán despierta el antiamericanismo apelando a la hipocresía estadounidense. Persia considera que existe un agravio comparativo y una ausencia de equidad y que se está quedando fuera de la carrera armamentística.

El problema es que si la UE permite que Irán entre en la carrera nuclear, la puerta queda abierta para todo el mundo. Y eso no le interesa a nadie. Por eso la Unión Europea amenaza permanentemente con llevar el asunto al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas donde podrían imponerse unas sanciones económicas que dejarían el país temblando. Por contra, Irán podría hacerse el interesante y conseguir ayudas económicas e inversión a cambio de poner freno al enriquecimiento del uranio.

La Unión Europa se juega su prestigio internacional. Y Estados Unidos la seguridad de Israel, porque Irán ha sido siempre el enemigo principal del estado judío. En realidad a nadie le interesa la proliferación nuclear, ni siquiera a China ni a Rusia, según apuntan las fuentes consultadas, por lo que de llevarse el asunto al Consejo de Seguridad es prácticamente segura la imposición de sanciones.

Por contra, tal y como hemos informado, también se descarta el envío de tropas, ya que Estados Unidos se encuentra demasiado ocupado con la pacificación de Iraq y Afganistán. Así las cosas, en este juego de pocker, todos se dedican a amagar y no dar, en el siempre difícil equilibrio de la diplomacia.