Los hay que consideran que para valorar la solvencia de un banco hay que mirar, antes que a ninguna otra variable, a su financiación subordinada, esos títulos que computan como recursos propios, que se pagan muy caro y que vienen a ser como unas acciones perpetuas.

Al Banco de España, como a cualquier otro regulador, no le gusta la financiación subordinada (casi siempre entidades de paraísos fiscales). Son recursos propios pata negra, como el capital y las reservas, y resulta muy difícil seguirles la pista, además de gravar a la entidad con un elevado coste.

De hecho, el gobernador Jaime Caruana ha llamado al orden a las entidades, especialmente a las cajas, para que reduzcan su financiación subordinada, y que si necesitan recursos propios amplíen capital o lo extraigan del beneficio. Por eso sorprende más que el emisor acabe de hacer público (mañana del viernes 29) una nota en la que se facilita que se compute como recursos propios de primera categoría a determinadas emisiones de financiación subordinada (ver el Acuerdo de la Comisión Ejecutiva y la nota informativa del Banco de España).

La financiación subordinada se impone en España. Por ejemplo, según el anuario de la patronal bancaria AEB correspondiente al ejercicio 2004, los activos de primer nivel (Tier-1, en la jerga del Banco Internacional del Pagos de Basilea, BIS) se elevaban a 58.000 millones de euros, frente a más de 27.000 millones de euros en deuda subordinada.