Duro castigo el del operador de Société Générale, Jerome Kerviel: 5 años de cárcel y una multimillonaria indemnización que no podrá pagar por haber hecho perder a su banco 4.900 millones de euros.

 

¿Cómo puede un broker provocar pérdidas al banco para el que trabaja por esa cantidad? Pues con la locura especulativa de los derivados (por cierto, la sentencia habla de especulación, término tabú en los mercados financieros), un producto que, como todos los especulativos, tuvo un origen lógico -comenzaron en la edad media para asegurar unas rentas a los cosechadores, y se han pervertido hasta convertirse en el casino que suponen actualmente, una burbuja permanente donde el referente es mínimo y el riesgo elevadísimo.

Por otra parte, cuesta trabajo creer que Kerviel actuara solo. En el banquillo deberían haberse sentado, junto a él, sus jefes.

Y lo más importante. El caso Kerviel vuelve a poner sobre el tapete los dos tipos de banca existentes: la banca comercial, que no debe ser sometida a otro escrutinio que el del mercado, ese mercado en el que dicen creer los capitalistas: dejar quebrar a los bancos quebrados, sin ayudas públicas.

Por lo que respecta a la banca de inversión, y en general a la banca al por mayor, ahí sí, debe discriminarse fiscalmente. De nada vale limitar los salarios de los broker: hay que freír a impuestos a una actividad que apenas aporta nada al bien común y que encima se ha convertido en un parásito insufrible de la economía real, de familias y empresas. Impuesto a la banca especulativa, no para recaudar, sino para desanimar la especulación en los mercados secundarios de renta variable, deuda pública, divisas, etc.

Sí, ya sé que es difícil discriminar entre banca al por menor y al por mayor pero nadie ha dicho que lo justo sea cómodo. Con los ciudadanos ocurre algo similar: quienes optan por el cómodo tipo único de IRPF o tipo único de IVA valoran su sencillez, pero no la injusticia de estar igualando a los desiguales.

Nunca saldremos de la crisis si no distinguimos entre empresario y financiero. Empresario es el que produce un bien o un servicio; financiero es el que sólo compra y vende. Y nunca saldremos de la crisis si no distinguimos entre un banquero y un banquero especulador. Banquero es el que vende dinero, dinero de los demás, al empresario para producir algo (incluida la compra de vivienda); especulador es el que utiliza el dinero de los demás para apostar en la ruleta rusa de los mercados secundarios y se convierte en un parásito de la economía productiva, real o bancaria. Para la banca al por mayor el dinero es un medio con el que cobra intereses; para la banca al por mayor el dinero es un fin en sí mismo que no produce nada, sólo crea liquidez... ese océano de liquidez que ha llevado a Occidente a la ruina. Como diría Gordon Gekko: Destruiré esa empresa porque es destruible.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com