Leo Bassi no es gracioso, pero ha recurrido tradicionalmente a la provocación facilona para alcanzar una fama inmerecida. Provocar es sencillo y eso es lo que hace Bassi. La última puesta en escena tuvo lugar en la Universidad de Valladolid, donde representó Las raíces judeo-cristianas de Occidente: un fraude histórico a combatir.

El título suena a crítica intelectual, pero no le da para tanto, ya que Leo Bassi se disfrazó de Papa, imitando de forma ridícula e hiriente al enfermo e impedido Juan Pablo II, figurando su invalidez, bendiciendo preservativos y repartiéndolos entre el público, simulando distribuir la Comunión, según cuentan desde la Asociación de Jóvenes por la Información Objetiva (AJIO). Desde la misma asociación nos informan de algunas de las perlas de Bassi: Los católicos son unos terroristas y cómplices de violación ó España fue invadida por los judíos y no por los musulmanes. ¿A que en este momento están ustedes partidos de risa?

Como su propio nombre indica, Leo es bassico. No obstante es conocido por espectáculos tan simpáticos como hacer explotar un excremento de vaca en televisión. Le gusta que el público responda con violencia a sus provocaciones porque eso le sitúa como víctima. Hace cuatro años aseguró que un misterioso hombre le había puesto una bomba, pero nunca hubo detenidos. El italiano esperaba con ello dar publicidad a aquella basura infumable que representaba en el Alfil acudiendo con guardaespaldas y quejándose a voz en grito de que los ultracatólicos le perseguían.

Pero, en lugar de acudir a los medios, Bassi podría haber acudido a los tribunales, cosa que nunca hizo. Ahora tendrá que responder por la querella interpuesta por AJIO, la asociación Derechos y Libertades y la Asociación Abogados Cristianos, con la colaboración del Centro Jurídico Tomás Moro. El presidente de AJIO ha confirmado que las acciones legales tiene intención de emprenderse igualmente contra la Universidad de Valladolid y en concreto contra su rector, Marcos Sacristán, a quien el propio Leo Bassi dedicó sus ultimas palabras de agradecimiento al final de su obra. Además, el Rector sabía qué iba a ocurrir en el Paraninfo de su universidad, puesto que estudiantes y profesores le advirtieron.

Ante todo debemos recordar que, frente a la violencia de Bassi no debe surgir entre quienes se sienten ofendidos el odio ni el rencor. Entiendan ustedes que Bassi es un pobre hombre obsesionado contra los católicos y, mientras no se determine si es un enfermo mental, deberá comparecer ante la justicia. Eso, y no las supuestas bombas, es lo que de verdad le puede inquietar.

Rodrigo Martín

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