Con el PP, Ana Botella prohibió que subiera el precio de la bombona. A ningún Gobierno le agrada adoptar una medida tan impopular.

Fue Ana Botella, entonces esposa del presidente Gobierno, quien se empeñó en mantener el precio máximo de la bombona de butano, es decir, el único precio político que queda en España en todo el sector energético. Entendía la actual concejala de Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, entonces esposa del Presidente del Gobierno, que el butano, la popular bombona, constituía el combustible de los pobres, mientras que el gas natural y otras fuentes de aprovisionamiento eran patrimonio de las clases medias.

Por esta razón, España cuenta con la bombona de butano más barata de Europa. Con cifras correspondientes a 2004, el precio del gas licuado del petróleo en España es menos de la tercera parte del de Noruega y mucho menos de la mitad del de Alemania y Francia.

Además, la distribución se está quedando sin margen, por lo que dentro de las 100 Medidas de reactivación de la economía española prescritas por el gobierno Zapatero se contempla la liberalización de los grandes centros de distribución de butano. Pero lo que realmente esperan las petroleras, en España (Repsol YPF y Cepsa, principalmente) es la supresión del precio máximo que, no nos engañemos, disparará el coste para el consumidor de la bombona de butano. Y hablamos de 13 millones de afectados.

Las petroleras casi tienen convencido al secretario general de la Energía, Antonio Fernández Segura. Su jefe de filas, el titular de Industria, José Montilla, no lo tiene tan claro. Sabe que la medida es impopular. Las petroleras afirman que el butano ha dejado de ser la energía de los pobres, y que muchos de los usuarios utilizan la bombona para su segunda vivienda. En cualquier caso, Montilla preferiría adoptar esa medida dentro de la reforma del sector eléctrico, con la aplicación del famoso Libro Blanco, que no parece que vaya a aportar mucho pero que conformará el marco para la reforma de todo el sector.

Con el butano está ocurriendo algo similar al gasóleo: la subvención pública, en principio destinada a los agricultores, ha hecho que se dispare la venta de automóviles con motor diesel, además de permitir a los terratenientes llenar sus mercedes con gasóleo subvencionado.