En Francia, y al rebufo del despropósito español, Hollande se ha querido marcar un tanto parecido al de Zapatero, quien invocó el principio genérico de "lo que la sociedad quiere" para aprobar el mal llamado "matrimonio homosexual", con un proyecto de Ley que la propia ministra de Justicia del gobierno galo no ha tenido rubor en confesar que responde, según ella, a un cambio de civilización.
Miles de franceses se han echado a la calle para hablar con argumentos de razón de lo que supone este proyecto. Ha sido mucha gente, y muy diversa, la que se ha manifestado en París para decir bien alto y claro que su rechazo no tiene nada que ver con homofobia alguna, ni con supuestas ampliaciones de derechos.
La manifestación ha sido multitudinaria. A partir de ahora, Hollande, como en su día hizo Zapatero, podrá hacer lo que estime conveniente y lo que la legalidad política le permita, pero, si desoye lo que una gran cantidad de franceses le pidió ese domingo en París, no podrá justificarse diciendo que su proyecto responde a una demanda de la sociedad.
Una sociedad es lo que son sus familias, y el futuro de Europa pasa por la familia, por el matrimonio y la educación de los hijos en la verdad y en libertad, no por experimentos ideológicos que aquí por desgracia ya sabemos que es lo que en realidad pretenden y a dónde nos llevan.
Enric Barrull Casals