Se me quejan algunos lectores por mi artículo sobre el panteísmo católico. Alguien me recuerda que con gente como yo, los católicos parecemos el ejército de Pancho Villa.

A lo mejor es verdad, pero la alarma se me vuelve a extender cuando constato el entusiasmo con el que Manos Unidas -que incluso nos aporta fotos-, es decir, Cáritas, es decir, la Jerarquía eclesiástica, se comporta en Copenhague, en mitad del aquelarre propiciado por el ilustre Al Gore y confía, justamente ahora, cuando el calentón global empieza a asemejarse cada vez más a una estafa global. El panteísmo cristiano cambia la salvación del hombre por la salvación del planeta tierra y en lugar de adorar a Cristo se inclina hacia la diosa Gaia, pero eso son futesas a las que no conviene prestar atención.

La presencia cristiana en la que participan destacados miembros de Manos Unidas es Desmond Tutu, el arzobispo sudafricano, Premio Nobel de la Paz, conocido por su apoyo a los curas homosexuales. Tutu es un fiera en este aspecto: nombró párroco a un laico homosexual activo, divorciado de una mujer antes de su relación homo y padre de un niña. Estoy seguro que lidera una parroquia de lo más activa, pero prefiero no concretar en qué. Y no contentos con ello, los servicios de comunicación de Manos Unidas nos informan sobre la emocionante liturgia ecuménica en la Catedral luterana de Copenhague, oficiada por el obispo de Canterbury, Rowan Williams. Mejor no preguntar en qué consistió dicha liturgia, porque un sacerdote católico no puede oficiar con uno protestante, por la sencilla razón de que ambos otorgan dos significados distintos a lo que hacen. Fíjense lo que consigue el panteísmo: unir bajo el mismo techo a católicos y anglicanos.

No necesito recordarles que Manos Unidas está colaborando con el movimiento ecopanteísta, el mismo que considera que el aborto es un bien necesario porque es el hombre quien provoca el calentón, y que para terminar con la pobreza lo que hay que hacer es eliminar pobres, especialmente antes de nacer.

Eulogio López

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