Sr. Director:
Confieso que al oír el grito me he alegrado mucho, porque he creído se trataba de un canto a la vida, una defensa del ser humano en gestación.
Al asomarme a la ventana he comprobado mi error. Unas 70 personas, andando en sentido contrario a la circulación, y ocupando toda la calle, que es clave para la entrada al centro de la ciudad desde el barrio en el que vivo, paseaban una pancarta lanzando su grito. El número de policías nacionales y municipales superaba con mucho a los manifestantes, porque en todos los cruces del recorrido -como suele ocurrir- estaban preparados para cortar el tráfico. No estoy en contra de ningún ser humano, ni siquiera de los ilegales, aunque sí lo estoy de la masiva entrada de descontrolados, que llegan engañados por las mafias a nuestras costas, de lo cual tiene una gran parte de culpa nuestro Gobierno. La Delegada del Gobierno debería explicar esta movida y este recorrido, que por experiencia sé que no se autorizan a otros grupos, por ejemplo, a los Provida, y eso que éstos lo que reclaman es el derecho a vivir, lo que resulta más que discriminatorio, porque los manifestantes pedían la legalidad de un inmigrante, pero si se trata de una mujer embarazada podría legalmente abortar a su hijo.



Amparo Tos