Desconozco si ustedes están vacunados contra los best seller. Les comento esta cuestión, porque el largometraje Más allá del tiempo está basado en el que se ha convertido en un auténtico boom editorial en Estados Unidos: The Time Travelers Wife, una novela escrita por Audrey Niffenegger que, poco después de su aparición en las librerías, ha sido trasladado al cine.
Aunque el título en inglés nos indique que nos encontramos ante una novela fantástica, lo que evidentemente ha sido el tirón de este relato es su componente romántico. Hablamos de una pareja, Claire y Henry, que se aman desesperadamente a través de los años pero que lo tienen sumamente difícil porque él es ¡nada menos! que un viajero en el tiempo. Es decir, que aparece y desaparece de escena cuando menos lo espera.
No es la primera vez que vemos o leemos algo así. Los viajes en el tiempo han sido un tema recurrente en la literatura, novelas como El vagabundo de las estrellas, de Jack London, Un yanqui en la corte del Rey Arturo, de Mark Twain o La máquina del tiempo, de H. G. Wells, etc., jugaban con la ficción pero estaban bien argumentadas y era fácil sumergirte en ellas. No ocurre así con Más allá del tiempo que, al menos en su traslación al cine, resulta increíble desde la primera secuencia (en la que un niño es consolado por él mismo de adulto). De tal forma que esto propicia no sólo que no emocione esa historia de amor imposible que pretende ser el armazón del relato (y que cuenta con una pareja tan atractiva como la formada por Eric Bana y Rachel McAdams), sino que acaban resultando de lo más repetitivos esos saltos en el tiempo en los que el protagonista pierde hasta la camisa (y esto no es invención mía, forma parte del guión).
Por cierto, el director de Más allá del tiempo, Robert Schwentke, parecía el más indicado para estar detrás de la cámara de esta película: fue también el responsable de Plan de vuelo: Desaparecida.
Para: Para románticos no muy exigentes...