Era una historia de la que ya se preveía el final. Tras meses de lucha contra las fuerzas de los mercados, finalmente Portugal parece que va a sucumbir. El primer paso ya está dado con la dimisión del primer ministro portugués, José Sócrates, después de que el Parlamento rechazara el nuevo plan de ajuste. Era el cuarto en menos de un año y los intereses de la deuda pública seguían al alza. Los últimos días habían llegado al 8%.
Ahora en Europa se está a la espera de un posible rescate y ya se están haciendo números. Se calcula que serían necesarios 75.000 millones de euros. Y qué mejor momento para tratar el tema que el Consejo Europeo. Aunque el tema a tratar será el Pacto por el Euro, que pretende adoptar nuevas medidas que mejoren la competitividad de los países de la zona euro, lo que está claro es que los efectos de la crisis portuguesa se harán presentes.
Aunque la ministra de Economía española, Elena Salgado, ha manifestado que el problema portugués es un tema político, lo cierto es que es derivado de un problema económico grave. Además de lo vivido con la rentabilidad de su deuda pública, Portugal enfrenta ahora unos meses en los que debe reembolsar más de 9.000 millones de euros por el vencimiento de su deuda y con los porcentajes actuales de intereses, encontrará graves problemas para refinanciarse.
Ante esta situación todo parece indicar que los líderes europeos hablarán más sobre la posibilidad de un rescate luso que sobre otros temas –al menos entre bambalinas. Y España es de los países con más interés en la discusión: los bancos españoles poseen más de un tercio de los activos portugueses de la banca internacional
Juan María Piñero
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