El presidente Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Juan Quintás, es un gallego con sorna, retranca y sabiduría añeja. Llegó a la CECA por la sencilla razón de que Jose Luis Méndez, máximo mandamás de Caixa Galicia quería librarse de el. Sin embargo, una década después ha conseguido ser el presidente del sector cajas de ahorros más aplaudido en toda la historia de la confederación.
Quizás por ello llama la atención sus estruendosas declaraciones del pasado martes en las que apostaba porque las cajas abandonaran sus participaciones industriales y, no contento con el zurriagazo, sugería que su papel en las empresas fuera asumido por los fondos de capital riesgo. Las declaraciones fueron realizadas en una Universidad de verano, perversas instituciones con efectos nocivos sobre la psique de los más cualificados. La mismísima prudencia invitada a un curso de verano es capaz de defender cualquier barbaridad; qué sé yo, la Alianza de Civilizaciones.
Uno comprende que las grandes cajas de ahorros, en especial La Caixa y Caja Madrid, sientan la tentación de desprenderse de sus industrias ahora que los tipos tienden al alza y que el negocio financiero puede resultar mucho más estable. Uno también comprende que la tabarra del Banco de España contra las cajas de ahorros acaba por dañar las meninges mejor engrasadas. Y también se entiende que la presión del capitalismo montaraz del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el mayor amante de los tópicos europeos, el comisario de Economía Joaquín Almunia, todos juntos en unión, empeñados en privatizar las cajas de ahorros, resulten casi insoportables hasta para D. Juan Quintás.
Si la privatización está relacionada con las participaciones industriales, buena prueba de ello es que los dos grandes bancos españoles Santander y BBVA no hacen otra cosa que vender empresas. Al parecer, participar en industrias no resulta moderno.
Uno considera todo eso, pero al mismo tiempo, se mesa los cabellos cuando escucha al portavoz de las cajas de ahorros aceptar tan deshonestas proposiciones e incluso, ofrecer la alternativa de los fondos de capital-riesgo. A ver si nos entendemos; si no fuera por las cajas, los accionariados de las empresas claves estarían en manos de especuladores que se habrían dado a la deslocalización o a la subcontratación, nunca a la inversión. Reparen, por ejemplo, en qué sería de las siguientes empresas españolas, casi todas ellas en el IBEX 35 sin el soporte accionarial de las cajas: Telefónica, Repsol, Gas Natural, Agbar, Pescanova, Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa, Hidrocantábrica, Iberia, Indra, Ebro Puleva, Gamesa, etc.
Ahora contemplemos la alternativa que nos ofrece Quintás: La fondos de capital riesgo, es decir, entidades regidas por yuppies cuya operativa consiste en comprar una empresa, vender su inmuebles, trocear su patrimonio y reducir su plantilla hasta el hueso, para más tarde reducidos los gastos al mínimo, pegar un pelotazo y trasladarlo a un tercero que, probablemente continúe la rueda hasta que como diría Alfonso Guerra, no la conozca ni la madre que la parió.
Es decir todo muy acorde con el espíritu de las cajas de ahorros, empresas de carácter mutual nacidas para combatir la usura y fomentar el tejido social en su área de influencia.
¡Enhorabuena, Quintás! Esta vez te has lucido.
Eulogio López