Probablemente, el mayor error del Partido Popular haya sido seguir contando con Mariano Rajoy como líder del PP y candidato a La Moncloa. La verdad es que Rajoy ha secundado en su programa algunas de las claves 'gallardonianas', por lo que, a los ojos de muchos, y desde el punto de vista ideológico, se le considera un sucesor suyo. Por ejemplo, Gallardón presentó en el Parlamento madrileño su Ley de Parejas de Hecho. Cuando la asociación PROFAM preparó una campaña de firmas contra la Ley, Gallardón, que no tiene ideas en la cabeza, sino expectativas de voto, decidió que el calendario electoral impedía la aprobación. De esta forma, satisfacía a los impugnadores de la Ley y no desacreditaba al electorado progre que perseguía, al tiempo que le pasaba la patata caliente a su previsible sucesora en el cargo, Esperanza Aguirre.
Sólo que luego Rajoy afirmó que el PP, si ganaba las elecciones, legalizaría la Ley de Parejas de Hecho, aunque, por mor de los habituales complejos centro reformistas, bautizó la operación como "Ley de Uniones Civiles". No es de extrañar que algunos votantes del Partido Popular y otros muchos centro reformistas concluyan que, entre el progresismo original de Gallardón y el progresismo inconfesable de Rajoy, algunos se queden con le original.
Otra batalla ganada por Gallardón, y que ahora exhibe con su triunfo, es su importante aumento de la presión fiscal a los ciudadanos de Madrid nada más llegar a la Alcaldía. Toda la política económico-electoral del PP se ha basado en las rebajas de impuestos (a veces, más ficticias que reales). En cualquier caso, Rodrigo Rato consideró que ese era un punto de no retorno y afeó la conducta del nuevo alcalde. Total, que Gallardón desafió en público a Rato recurriendo a Rajoy... y ninguneando a José María Aznar. Así, tras convertirse en alcalde de Madrid, el pasado verano, Gallardón insistió en que retiraría su propuesta de subida de impuestos municipales (la más importante realizada por un ayuntamiento de más de 500.000 habitantes en toda la etapa democrática), si Rajoy le retiraba la confianza. Era tanto como afirmar: "Atrévete a echarme de la Alcaldía madrileña". Rajoy no podía permitirse una crisis en el Partido en periodo ya preelectoral, Aznar tampoco... así que ambos desautorizaron a Rato. Los próximos del presidente económico dicen que, justo en ese momento, Rato se retiró de la pugna por el poder en el PP y empezó a pensar en aventuras exteriores.
Pues bien, tras apartar a Rato, y tras el descalabro electoral, con Aznar fuera de escena y criticado en su propio partido, Gallardón se quita la careta (bueno, eso no lo hará nunca): ahora, su objetivo es, sencillamente, la Presidencia del PP y la candidatura a La Moncloa. Para ser más exactos, le basta con lo segundo.
No nos equivoquemos. Gallardón no tiene apoyos en el PP. Pero es que esa no es su estrategia. Gallardón busca apoyos, principalmente fuera del aparato del Partido Popular, en electorados ajenos y, atención, en grupos empresariales y periodísticos ajenos al Partido Popular. De esa forma, ha conseguido que todos los medios informativos "progres" le jaleen como futuro líder de la derecha española. Por eso, conviene que lean ustedes la siguiente noticia.