Pocas cosas más serias que hacer reír a los niños y sonreír a los mayores. La profesión y nombre de payaso están más que dignificados.
No es un insulto, sino un elogio. El gran payaso 'Miliki' se nos ha ido. Inolvidable. Su recuerdo y memoria permanecerá, no en un monumento, ni en una placa de una calle, sino en el corazón de millones de españoles. Con lenguaje, humanamente correcto se le ha dado "el último adiós".
Mejor con letras mayúsculas. Sí a Dios. Su vida -según su hijo Emilio Aragón- se resume en "los dos amores a su trabajo y a su familia". La vía más directa para encontrarse con Dios. Este es el legado más hermoso para futuras generaciones: pasar por la vida haciendo el bien a ejemplo de Jesús, amando de modo especial a los ángeles que Dios manda a este triste mundo, los niños.
¿Y qué somos hoy los mayores, a los ojos de Dios, sino los ángeles buenos de ayer? Hermosa despedida la que se ha dado a 'Miliki', payaso polifacético, hombre bueno, que hizo de su vida un circo para alegrar a todos. A Dios, 'Miliki'.
Miguel Rivilla San Martín