El presunto desprecio de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias -matrimonio bien avenido, pareja estable- hacia Vox, ultraderecha marginal, no es más que una pose. Sánchez sabe que su alternativa ideológica no es el Partido Popular (conservadurismo blandito, socialdemocracia vergonzante y cristianismo tibio) sino Vox, por la sencilla razón de que Vox es el único partido católico y el único partido liberal que existe en el parlamento. Háganme caso: lo que caracteriza al gobierno frentepopulista no es que sean rojos sino que son cristófobos y partidarios de ese capitalismo de Estado llamado socialismo. Por eso no soportan ni a los católicos ni a los liberales. Vox es un partido de filosofía católica y de programa económico liberal.

Y esto se demuestra en que el PSOE ha remitido a la Fiscalía, o sea a la Socialista Dolores Delgado, al partido de Santiago Abascal como hacedor de bulos y de -no se lo pierdan- ‘odio’ hacia el PSOE.

Y como muestra fehaciente del odio de los de Vox, se ofrece el poderoso argumento del montaje fotográfico del partido de Abascal: la Gran Vía madrileña repleta de ataúdes. Y a mí que me parecía una estupenda creación artística para denunciar a una Moncloa empeñada en ocultar los muertos provocados por el coronavirus…

Los delitos de odio constituyen el instrumento progre para encarcelar al discrepante

¿Era un bulo? Por supuesto que sí pero nunca pretendió ser otra cosa. También podría llamarle creación artística. Pero no era ninguna mentira. Pretendía con ello el partido de Abascal denunciar la antedicha verdad: que  Moncloa está ocultando la muerte provocada por el coronavirus… y por el propio Gobierno socio-podemita con su desastrosa gestión. La prueba: la cifra publicada el jueves por Hispanidad: somos el país del mundo con más infectados por millón de habitantes y con más muertos por coronavirus, según población.

Y ojo a la acusación de ‘odio’. Ya saben que desde que el progre ZP, con el apoyo de la derecha pepera -lo mismo que ocurrió con la ideología de género- convirtió el pecado de odio en delito condenado con hasta cuatro años de cárcel -510 del código Penal- se ha impuesto el pensamiento único progre, por ejemplo en materia de ideología género, bajo la abyecta fórmula de invertir la carga de la prueba: te acuso de odiarme, así que ya me estás demostrando que no me odias o vas a la cárcel.

Todo ello dentro de la chifladura actual: la conversión del pecado en delito

El PSOE dice que Vox le odia. Además de que suena muy cursi, lleva su demanda a la fiscal general del Estado socialista, Dolores Delgado. No se preocupen que doña Lola dará pábulo a la demanda e investigará duramente a Santiago Abascal. Y no por odio, no: sólo desea ver al contrincante tras las rejas.

Es lo que trae convertir el pecado en delito. Porque en el tribunal de Dios se absuelve a quien confiesa su culpa: en el humano se condena… aun cuando niegues tu ‘culpabilidad’.