Por vacaciones, he visitado el monasterio de Santa María de Poblet, el mayor panteón de la dinastía aragonesa. Los ‘indepes’ presumen ahora de que Poblet es la cuna de la nación catalana, pero como la mayoría de ellos son progres, han colocado en Poblet su pancarta más profunda: Fuera los rosarios de nuestros ovarios!", que es, exactamente, lo que ellos entienden por progresismo y antifascismo. En este sentido, es muy parecido a otro que también se define como progresista: el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

En cualquier caso, lo cierto es que Poblet es el panteón de los Reyes de Aragón, reino que se extendía por Aragón, Valencia y Cataluña, y que llegó a Baleares, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y siga usted contando. Jaime I El Conquistador está allí enterrado, al igual que otros monarcas.

Cuando descubrieron que las tumbas de reyes y monjes no contenían oro, España perdió su mayor patrimonio artístico: el de la Iglesia

Con la desamortización eclesiástica del siglo XIX, las turbas –todas ellas progresistas- profanaron y saquearon la tumba de los reyes y abades allí enterrados, (a los progres de todos los siglos les encanta la profanación) porque creían, ellos son así, que monjes y reyes se enterraban con doblones de oro para no pasar necesidad en la otra vida. No digo que los faraones egipcios no lo hicieran, pero todo cristiano -incluidos los reyes- puede ser buen o mal cristiano, pero por cristiano, no es imbécil: el rico no lleva al sepulcro sus riquezas.

Todo lo que el hombre abandona se malpierde. Los pueblos deshabitados decaen y se convierten en eriales.

Los desamortizadores aseguraban que iban a entregar los monasterios y las iglesias a los pobres. Lo mismo que hoy dice la demagoga mayor del reino, Carmen Calvo, cuando asegura que va a retorcer el asunto de las inmatriculaciones porque “la Iglesia tiene que colaborar con los pobres”, frasecita con tan mala leche que hasta se puede oler.

Todo lo que el hombre abandona se malpierde. Los pueblos deshabitados decaen y se convierten en eriales

Naturalmente, los desamortizadores del XIX, Mendizábal y Madoz, pretendían lo mismo que hoy pretenden Pedro Sánchez y Carmen Calvo: quitarle su dinero a la Iglesia. Por ello, se quedaron con sus tierras, que sí tenían valor y les arrebataron sus monasterios… que quedaron abandonados y destruidos porque ningún profanador encontró oro en las tumbas de reyes y abades.

Luego, el Estado tuvo que devolvérselos a los monjes, gastar un dinero ingente para convertirlos en centros turísticos o en paradores. Piénsenlo: ¿para qué sirve una Iglesia si no es para rezar?

En las tumbas no había oro.