No se engañen: al final, todo el montaje apocalíptico del cambio climático, todos los profetas que nos citan para la próxima extinción no son otra cosa que promotores de dicha extinción. Pero no de la extinción del planeta, sino de la extinción de la humanidad.

No odian la contaminación; odian a la raza humana, a 'su' raza. Son zombis incapaces de mostrar vitalidad. Por ejemplo, vitalidad para reproducirse y para cuidar de sus crías.

Lo único que pretende la COP25 es que no tengamos hijos. Recuerden: el hombre es el gran depredador

¿Y cómo se encubre todo esto? Pues con presuntos estudios científicos que ‘demuestran’ que el hombre es el depredador del planeta. Como asegura la ministra Teresa Ribera, en una de sus alocuciones más logradas: es el que más consumos medioambientales fagocita. 

No, si te parece, campeona, el único ser racional que existe sobre el planeta, el que inventa automóviles y otros mecanismos, iba a contaminar menos que los animales que se guian por su instinto o que las piedras, que se conforman con ocupar espacio. Aunque, ojo, el hombre también fertiliza la tierra. Allá donde falta el hombre avanza el desierto.

Corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad de zombis sin vitalidad para reproducirse, para tener descendencia y educarla

En resumen, la COP25 es todo una gran mentira para justificar nuestra aversión a la procreación, nuestra mortecina existencia.