Como hemos comentado en Hispanidad la democracia cristiana europea sufre una crisis profunda. En 2024 nos encontramos con una Europa muy distinta a la de 1950. Antaño, la llamada democracia cristiana se determinaba así porque defendía los derechos cristianos y la democracia, diferenciándose de los conservadores porque éstos últimos sólo defendían el poder de los mercados. 

Pero los populares, los que ahora representan la nueva democracia cristiana, son como los conservadores de antaño, tratan de dejar claro que su fe en Cristo, si es que la tienen, nada tiene que ver su acción política. ¿Resultado? Han surgido partidos a su derecha, los conocidos como ‘la extrema derecha’. 

Todos ellos son liberales y no necesariamente católicos, pero como hoy en día lo políticamente correcto es ser demócrata comunista, todos los liberales, y todos los católicos, son llamados "ultras", y listo. Así, la progresía ha conseguido que todo lo católico se convierta en ultra y que los liberales vayan en el mismo saco, identificándolos como un peligro para la sociedad. 

Y una nueva muestra de ello es lo sucedido en la tarde de ayer en Bruselas, la conferencia anual de nacionalistas conservadores europeos (NatCon) daba comienzo, a ella acudían el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el ex primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, el político francés Eric Zemmour o el exeurodiputado Nigel Farage.

Primero intentaron reservar una sala en el Concert Noble, una sala de eventos que suele acoger todo tipo de reuniones y se encontraron con la negativa del alcalde de la zona, por lo que probaron suerte con el hotel Sofitel donde también se toparon con la negativa del alcalde de la comuna de Etterbeek. Finalmente consiguieron organizar el evento en el hotel Claridge, ubicado en la comuna de Saint Josse. Pero, dos horas depués de que arrancarra la cumbre, el alcalde Emir Kir, musulmán de origen turco expulsado del Partido Socialista por sus vínculos con el grupo terrorista turco Lobos Grises, anunciaba su cancelación: "La extrema derecha no es bienvenida" y aseguraba que lo hacía para evitar desórdenes públicos: "En base a la opinión de mi jefe de policía, así como del Órgano de Coordinación para el Análisis de Amenazas, he decidido emitir una orden policial destinada a prohibir el evento y esto con efecto inmediato".

Hasta allí se dirigía la policía belga, que interrumpía la conferencia organizada por el 'think tank' MCC Brussels. Orbán mostraba su indignación y aseguraba: "Imagino que no podrían aceptar la libertad de expresión. La última vez que intentaron silenciarme con la policía fue cuando los comunistas me atacaron en el 88. No abandonamos entonces y no abandonaremos tampoco ahora". 

El primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, se ha unido a las protestas de los asistentes y ha mostrado su indignación por lo sucedido: "Lo que pasó hoy en el Claridge es inaceptable. La autonomía municipal es una piedra angular de nuestra democracia, pero nunca puede anular la Constitución belga, que garantiza la libertad de expresión y de reunión pacífica desde 1830. Prohibir las reuniones políticas es inconstitucional. Punto final".

También la eurodiputada de la N-VA, Assita Kanko ha hablado sobre el asunto: "Bruselas es el lugar donde un imán radical puede cantar souras agresivas en un parlamento y salirse con la suya, donde la gente puede marchar cantando junto a organizaciones peligrosas como Samidoum su odio hacia Occidente y su antisemitismo y salirse con la suya, pero donde los políticos como Suella Braverman (diputada del Partido Conservador británico) no pueden utilizar su libertad de expresión para discutir los desafíos de Europa. ¿Estoy de acuerdo con quién estaba hablando? Absolutamente no. Pero tienen derecho a expresar sus opiniones libremente".

Pero la organización ha conseguido una importante victoria judicial puesto que el tribunal belga les ha respaldado y han sentenciado que la convención debe celebrarse. Pese a este resolución, la cosa es grave, Europa va camino de cargarse la libertad religiosa y la libertad de expresión, por la seguridad de todos, todas y todes, por supuesto, algo similar a lo que ya pasa en países como China, donde los niños no podían celebrar la Navidad... "por seguridad".