• La religión del planeta vuelve a ser el eco-panteísmo gnóstico.
  • Su primer mandamiento es que el hombre es el elemento prescindible de la creación (o del ecosistema, si lo prefieren).
  • Y como todo gnosticismo, exigirá sacrificios humanos.
  • En forma control de la natalidad.
  • El masoncete Lolito Macron entra en lírica hortera: norteamericanos, en Francia tenéis una segunda patria.
  • Discrepar del Acuerdo de París sobre cambio climático no significa estar a favor de contaminar el planeta.
  • Significa, por de pronto, que primero es el hombre, y luego la naturaleza.
  • Es curioso que las grandes tecnológicas se alienen contra Trump.
  • Porque la sospecha es que las tecnológicas no contaminan el planeta sino al hombre.
"Sobre el cambio climático no tenemos un plan B porque tampoco tenemos un planeta B", ha dicho Lolito Macron (en la imagen junto a Trump), el presidente francés más hortera de los últimos tiempos. Hemos pasado de salvar al hombre a salvar el planeta. Es decir, de salvar la libertad a salvar la irracionalidad, de las personas a las cosas, de rendir culto al ser humano a rendir culto a los vegetales. Y los mismos que han impuesto el aborto como un derecho, por ejemplo, Lolito Macron, se rasgan las vestiduras y lloran como plañideras cuando Donald Trump dice que se da de baja del acuerdo de París sobre cambio climático. Eso como filosofía, que es lo más importante. Por supuesto, deviene el panteísmo reinante. Pero es que, además, el acuerdo de París no marca la diferencia. ¡Pero qué hortera que es Macron! En resumen, adoremos todos al dios 'Cambio Climático' y a su profeta, Lolito Macron. No es coña: la religión del planeta vuelve a ser el eco-panteísmo gnóstico. Y el primer mandamiento es que el hombre es el elemento prescindible de la creación (o del ecosistema, si lo prefieren). Y como todo gnosticismo, exigirá sacrificios humanos. En forma de control de la natalidad, naturalmente. El masoncete Lolito Macron, insisto, ha entrado en lírica hortera: norteamericanos, en Francia tenéis una segunda patria. Discrepar del Acuerdo de París sobre cambio climático no significa estar a favor de contaminar el planeta. Significa, por de pronto, que primero es el hombre, y luego la naturaleza. Es curioso que las grandes tecnológicas se alienen contra Trump. Porque la sospecha es que las tecnológicas no contaminan el planeta sino al hombre. Y no me refiero sólo a contaminación intelectual. Si no a cosa tan plausible como enfermedades físicas o psíquicas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com