El Mundial de fútbol celebrado en Catar ha terminado, pero no el escándalo de sobornos a Europa conocido como Catargate. Ahora se ha conocido que el ex comisario europeo Dimitris Avramapoulos tenía una retribución no especificada de la ONG implicada (es decir, de Combatir la Impunidad) desde octubre de 2020, al estar más implicado que otros miembros de su Consejo Honorífico, según el diario italiano La Stampa.

Avramapoulos señaló que se encargaba de la promoción internacional de la ONG Combatir la Impunidad ante la petición de más información por parte de Bruselas hace un par de años. Ahora aspiraba a ser enviado de la Unión Europea ante los países del Golfo Pérsico, ¡qué casualidad! Tampoco se puede perder de vista que era griego, al igual que Eva Kaili, la eurodiputada y vicepresidenta europea que ha sido detenida y cesada de su cargo por la trama de sobornos, suponiendo un nuevo caso de corrupción socialista. De hecho, está imputada por cargos de pertenencia a organización criminal, corrupción y blanqueo de capitales, y sus cuentas públicas reflejan que sus depósitos bancarios han pasado de 55.000 euros a unos 210.000 euros en los últimos dos años.

Catar lleva años presionando a la UE para que no apruebe exploraciones de gas natural ni tampoco la técnica de la fractura hidráulica y no ha encontrado demasiada resistencia por la obsesión verde. Y eso que la UE tiene 13.000 bcm de reservas técnicamente recuperables, frente a un consumo anual de 400 bcm

Entre los detenidos hasta el momento, no sólo está Kaili, también su padre, Alexandros Kaili, al que detuvieron cuando salía de un hotel de Bruselas cuando huía con 600.000 euros en bolsas, y su pareja, el italiano Francesco Giorgi. Este último, conocido como ‘míster Parlamento Europeo’, sería la persona a través de la que el exeurodiputado italiano y fundador de la ONG Combatir la Impunidad, Pier Antonio Panzeri, habría logrado introducirse en ambientes de las instituciones europea; y actualmente era asesor de las relaciones de la UE con los países del Magreb para el eurodiputado socialista italiano Andrea Cazzolino. Recuerden que en el escándalo de sobornos protagonizado por Catar también está implicado Marruecos, aunque al país africano sólo le preocupa el tema de la imagen y no del dinero como a Catar (y tiene mucho para gastar gracias al petróleo y al gas). A estos detenidos se han sumado un lobista belga; el italiano Niccolò Figà Talamanca, secretario general de la ONG No hay paz sin justicia; y el también italiano Luca Visentini, que formó parte del sindicato italiano Uil y actualmente es secretario general de la Confederación sindical internacional (Ituc). Y la cosa parece que no acabará ahí, porque la presidenta del Parlamento Europeo, la maltesa Roberta Metsola, ha afirmado que “no habrá impunidad” y “no vamos a barrer nada debajo de la alfombra”, pues considera el Catargate como “un ataque a la democracia europea”.

Catar no quiere que en la UE pase lo mismo que en EEUU, donde la extracción de sus recursos -principalmente a través del ‘fracking’- les ha permitido pasar de importador a exportador de hidrocarburos, situándose entre los grandes productores del mundo. Biden está sacando una jugosa tajada de ello, especialmente con la venta del caro gas natural licuado (GNL)

En este escándalo de sobornos ya se han incautado más de 1,5 millones de euros en una veintena de registros (incluyendo domicilios y oficinas particulares, así como la sede del Parlamento Europeo en Bruselas). Catar también debe ser castigado. Sin embargo, no se puede perder de vista el gran motivo por el que el país árabe soborna a Europa: no quiere que el viejo continente explore y extraiga el gas que tiene en su suelo, lo que reduciría su dependencia energética y le generaría riqueza. Por todo ello, Catar lleva años presionando a la UE para que no apruebe exploraciones de gas natural ni tampoco la técnica de la fractura hidráulica (también conocida como ‘fracking’) para extraerlo, y no ha encontrado demasiada resistencia por la obsesión verde. Todo ello a pesar de que en la UE existen más de 13 billones de metros cúbicos de reservas de gas no convencional (también llamado shale gas o gas de esquisto y que se extra mediante ‘fracking’) técnicamente recuperables, según datos de 2013 del Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales (BGR) de Alemania, es decir, 13.000 bcm, según la unidad de medición estándar que se utiliza y toma el nombre de las siglas en inglés de billion cubic metres, frente a los 400 bcm de gas natural que consume anualmente. De estos, unos 1.000 bcm se encontrarían en España, según los ingenieros de minas y el Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), frente a un consumo anual de 29 bcm. 

Catar no quiere que en la UE pase lo mismo que en EEUU, donde la extracción de sus recursos -principalmente a través del ‘fracking’- les ha permitido pasar de importador a exportador de hidrocarburos, situándose entre los grandes productores del mundo, así como reducir su dependencia energética y generar riqueza. Esta última aumenta, entre otras razones, con la venta de sus recursos a terceros países, en especial de gas natural licuado -GNL-, que cuesta más del doble que el gas natural procedente de gasoducto, y de las que Joe Biden está sacando una jugosa tajada desde la invasión rusa de Ucrania, el inicio de la guerra y las sanciones a Rusia, pero también se está aprovechando de la crisis diplomática entre España y Argelia: EEUU se ha convertido en nuestro primer proveedor de gas, relegando al país africano a la segunda posición en una lista donde sigue estando Rusia y donde Catar ocupa el sexto lugar -aportando el 3,3% entre enero y noviembre-. Además, este último país acaba de firmar un gran contrato de suministro con Alemania a partir de 2026 durante 15 años y al mismo tiempo ha aprovechado el Mundial de fútbol como maniobra de distracción para firmar otro acuerdo histórico con China), y otros también están aumentando sus envíos a la UE, como por ejemplo: AustraliaEgipto, Israel y Azerbaiyán