Egipto e Israel también hacen negocio con la guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia, al igual que EEUU, Catar y Australia. Y es que venderán gas natural licuado (GNL) a Europa, que cuesta más del doble que el gas que llega por gasoducto.

Este miércoles, la Unión Europea ha dado un paso más para dejar de depender del gas de Rusia (que le suministra el 40%) y en su búsqueda de “proveedores fiables”, como les ha denominado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Y es que ha llegado a un acuerdo para transportar gas natural de Israel a Europa a través de Egipto, donde se licuará dicho hidrocarburo, convirtiéndolo en GNL, y después se trasladará en buques metaneros a la UE.

Von der Leyen ha presumido de que así “trabajaremos en el suministro estable de gas natural a la UE desde la región del Mediterráneo Oriental”, lo que “contribuirá a nuestra seguridad energética”, y también ha destacado el potencial de Egipto en renovables y que se está avanzando en una alianza de hidrógeno. El acuerdo lo han firmado la comisaria europea de Energía, Kadri Simson; el ministro egipcio de Petróleo y Recursos Minerales, Tarek al Mulla; y la titular israelí de Energía, Karim Elharar, que ha celebrado que será la primera vez que su país exporte gas natural a Europa.

Eso sí, no es oro todo lo que reluce: aparte de que el GNL es más caro que el gas procedente de gasoducto; falta infraestructura para regasificar dicho gas en Europa (menos en España, que cuenta con cerca de un 25% de la capacidad de regasificación y un tercio de la de almacenamiento, según la patronal gasista Sedigas; y también tiene bastante diversificación de proveedores); hay fuerte competencia en el mercado de gas mundial; y sustituir a unos proveedores por otros no se hace en días (más bien, en años, pues el acuerdo con Egipto e Israel se pondrá en marcha en 2024). Además, no se puede olvidar la explosión en la planta de gas de Freeport (EEUU), que aporta el 10% del GNL que se envía a Europa, y sus consecuencias: ha suspendido su actividad durante 90 días y no la recuperará totalmente hasta fin de año. Esto pueda dar otro motivo más para que Von der Leyen se afane en la búsqueda de “proveedores fiables”, pues ya ha referido que podría haber conversaciones con Senegal, Angola y Nigeria.

En paralelo, hay países (por ejemplo, EEUU, Italia y Alemania) que aprovechan la crisis diplomática entre España y Argelia, la cual ya se ha cobrado la primera víctima: el país africano ha destituido a su ministro de Finanzas, Abderrahmane Raouya. Este llevaba sólo cuatro meses en el cargo y era de quien dependía la Asociación de Bancos y Establecimientos Financieros (Abef) argelinos que congeló las domiciliaciones bancarias en operaciones desde y para España, bloqueando el comercio entre ambos países. Parece que al presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, no le ha gustado que Raouya asistiera a un acto entre la Unión Europea y su departamento, según El País, y menos cuando desde Bruselas se ha pedido que dé marcha atrás a la suspensión del Tratado de Amistad que tenía con España. Ahora será el número dos de Raouya, Brahim Jamal Kassali, quien ejerza como ministro interino de Finanzas, y Tebboune gana peso.