E.On parece que se va apagando cada vez más (en gran medida, por culpa del apagón nuclear que decretó Angela Merkel). En concreto, ha ganado 2.110 millones de euros hasta septiembre, lo que supone un 27,7% menos que en el mismo periodo de 2018. Pero el gran problema es su elevadísima deuda, que se ha situado en 39.620 millones (+139%) por la consolidación de la compra de Innogy (filial de renovables que le adquirió a su rival RWE, la cual va mucho mejor).

La energética alemana ha vuelto a mostrar un apalancamiento superior a su capitalización bursátil (20.770 millones), como en el primer semestre. Pese a esto, los resultados han sido bien acogidos por el mercado (+2,6%), seguramente por el hecho de que E.On ha revisado al alza sus previsiones anuales: espera lograr un Ebit ajustado de entre 3.100 y 3.300 millones y un beneficio neto ajustado de entre 1.450 y 1.650 millones. Cifras que han sido anunciadas por el director financiero de E.On, Marc Spieker, quien ha añadido “las ganancias de los nueve primeros meses están en línea con nuestras expectativas”.

Pese a las cifras, los resultados han sido bien acogidos por el mercado (+2,6%), seguramente por el alza de las previsiones anuales

Por su parte, las ventas netas han ascendido a 23.580 millones (+6,9%) y el resultado bruto de explotación (Ebitda) ajustado ha sido de 3.742 millones (+1,8%).

Paralelamente, el CEO de la energética alemana, Johannes Teyssen, ha anunciado una reestructuración de su filial británica (Npower) para devolverla a una rentabilidad consistente, en un mercado que ahora es particularmente difícil. Esto tendrá un impacto negativo de unos 586 millones.