El 78% de los padres de alumnos de colegios privados eligen la enseñanza de la religión católica para sus hijos. En los centros públicos, el porcentaje baja hasta el 52%.

Sin embargo, miren por dónde, doña Isabel Celaá ha decidido, en su proyecto de ley anticlerical, que la asignatura de religión no sólo no tendrá ningún valor académico -vamos, que no contará para nota- sino que se ofrecerá fuera del horario escolar.

Todos nos sorprendemos pero ninguno nos asombramos, ¿verdad?

Ahora bien, el problema no es el anticlericalismo del Gobierno Sánchez, que damos por hecho, sino algo peor: en lo que respecta a la enseñanza de la religión católica (la musulmana no) en la escuelas, el enemigo está dentro.

Para entendernos: el problema de la educación católica es que nadie da lo que no tiene

Imagínense ustedes que la asignatura de religión católica, tan demandada por los padres, también hoy, tuviera una gran aliada en Isabel Celaá. Sí, no resulta imposible: la imaginación es libre.

Pues bien, es ese caso nos encontraríamos con lo que ya teníamos, que era bien poco: unos profes de religión -salvo excepciones- que hablan poco o nada de Cristo y mucho o todo de ‘cultura religiosa’ y que evitan de cualquier modo el caer en el “adoctrinamiento” o en la “catequesis”. Y esto nos lleva a una conclusión inevitable: la asignatura de religión se convierte en un peñazo que no soporta el discente y aburre hasta al docente.

Los títulos de profes de religión se reparten en las tapas de yogur, y, además, para ser profe de religión católica en España no hace falta creer en Cristo. Y saben ustedes qué: nadie da lo que no tiene.

Esto no exime a doña Isabel Celaá, ministra de Educación, de la acusación cierta de sectarismo y cristofobia.

Insisto: el problema de la educación católica es que nadie da lo que no tiene… y de eso no tiene culpa Celaá.

Otro problema de la clase de religión: no consiste en ofrecer cultura religiosa sino en hablar a los niños de Cristo

Otro problema de la clase de religión: no consiste en ofrecer cultura religiosa sino en hablar a los niños de Cristo.

¿Por qué? Pues por lo mismo que cristiano no es quien cree en Cristo (el demonio también cree en Cristo) sino el que ama a Cristo.