Sr. Director:

Tras la terrible muerte de la joven Laura Luelmo, se difunde el manipulador mensaje de quienes incardinan este crimen como un nuevo caso de “violencia de género”, intentando así incluir ya cualquier delito donde el autor sea un hombre y la víctima, una mujer. Pero al margen de esta interesada falacia, la realidad es que el clamor que suscita este tipo de crímenes es la exigencia de mayor dureza en su tratamiento penal.

Sin embargo esto es rechazado por el discurso “progrebuenista” de una parte considerable de políticos, de influyentes creadores de opinión y de algunos jueces, que suelen tachar de insensibles cavernícolas a quienes reclaman un trato más favorable a la víctima, que al reo. Por eso, y para poder crecer en altura ética y en la exquisita sensibilidad hacia los delincuentes que estos buenistas tanto predican, resultaría muy conveniente establecer un plan de reinserción social, en el que ellos mismos acogiesen en sus entornos residenciales familiares a todos esos criminales que arden en deseos de reinsertarse. Que se reinserten, sí; pero junto a ellos. Ellos que predican un buenismo universal desde sus blindadas urbanizaciones a prueba de desalmados.