Hace 15 días que el Reino Unido de la Gran Bretaña suprimió todas las medidas de prevención contra el virus, todas. Durante este tiempo, contra lo que predecían y continúan prediciendo nuestras autoridades sanitarias, la OMS y cuantos cenizos han surgido con el Covid (miríadas y miríadas), los contagios en el Reino Unido han caído.

Los cenizos oficiales nos han recordado que el aumento de vacunados -otro éxito del Gobierno Sánchez, naturalmente- no nos libera de las restricciones de libertades que nos han impuesto desde marzo del pasado 2020. Esas mismas prevenciones que no han acabado con la pandemia pero que nos agobian, asfixian y cabrean… ligeramente.

Pues bien, el Reino Unido encabeza, junto a Holanda, con una reducción del 33%, la caída de contagios en Europa. Por contra, está el caso de Canadá, donde el insigne Justin Trudeau, glorioso estadista, ha cerrado el país, vacunado y agobiado a sus habitantes… mientras el virus se dispara. 

Esto es, se confirma aquello de que, a menos restricciones, menos infecciones (Reino Unido) y al revés (Canadá): más prohibiciones no matan al virus… aunque nos lo repitan en televisión a cada instante. Cuando el chiflado de Boris Johnson da vía libre a los ingleses… mejora la situación sanitaria.

Lo que atenta contra la ciencia es la soberbia empírica de considerar demostrada cualquier hipótesis de trabajo a la que la realidad contradice y, precisamente por ello, aumentar la dosis… liberticida

El ‘misterio’ británico demuestra, otra vez, que sabemos poco, o nada, de este virus y que el camino más científico es no perder la paz y confiar en Cristo. Sí, ya sé que digo algo curioso para el ambiente actual pero nada que atente contra la ciencia.

Lo que atenta contra la ciencia es la soberbia empírica de considerar demostrada cualquier hipótesis de trabajo a la que la realidad contradice y, precisamente por ello, insistir en que lo científico -la “evidencia científica”- consiste en aumentar la dosis del fracaso: la dosis de restricciones a las libertades individuales, que jamás acaban con el Covid y en ocasiones produce el efecto contrario.

Vamos hacia la vacuna semanal… sin perder la paz y aumentando las prohibiciones, por supuesto

Lo mismo con las vacunas. Dos países, Israel y Hungría, ya están en la tercera dosis. Vamos hacia la vacuna semanal. Por no hablar del cachondeo de la ciencia española, con esa noticia que nos anuncia su paralización… porque la vacuna ha infectado los pulmones de un mono.

Mientras, andamos a tortas por el Covid en Berlín, en París, en Roma… contra los ‘negacionistas’. El poder sólo admite tragacionistas, gente que cree y obedece, aunque vivan un fracaso tras otro frente al Covid. El virus está forjando unas enormes tragaderas en muchos. Por ejemplo, en todos aquellos que están dominados por el pánico.

A tortas en Berlín, en Paris, en Roma… contra los ‘negacionistas’, que no existen. El poder sólo admite tragacionistas, que sí existen y hasta constituyen mayoría

En este escenario, lo más científico, insisto, parece ser confiar en Cristo y afrontar la realidad con mucha paz y un adarme de sentido común.