Hispanidad recogió recientemente una información que contaba que, en Suecia, los tratamientos para el cambio de sexo en niños les están provocando graves efectos secundarios como osteoporosis, daños hepáticos, obesidad, paralización del crecimiento y deterioro de la salud mental.

También recogió Hispanidad recientemente las declaraciones de un transexual arrepentido, de nombre Sandra, que denunció la Ley Trans de Irene Montero: “La transexualidad es una mentira”. “Esa angustia no se va con las operaciones, porque lo que hay que trabajar es la cabeza y el aceptarse a uno mismo: sólo así se puede aliviar un poco. Yo me hice una vaginoplastia y seguí odiando mi cuerpo”.

Religión en Libertad añade que las operaciones irreversibles de cambio de sexo están siendo puestas en entredicho por voces médicas autorizadas en otros lugares del mundo -además de Suecia-, como Finlandia y Reino Unido.

Un informe del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia destaca que las autoridades sanitarias finlandesas se desmarcaron hace ya un año, de las directrices señaladas por los estándares de atención recogidos en la séptima edición de las ‘Normas de atención para la salud de personas trans y con variabilidad de género’ publicada por la ‘Asociación Mundial para la Salud Transgénero (WPATH)’.

En contra de la tendencia general de los países que toman posiciones en cuanto al abordaje terapéutico de los casos de disforia de género, el gobierno finlandés emitió nuevas pautas que establecen que la psicoterapia, en lugar de los bloqueadores de la pubertad y los tratamientos hormonales cruzados utilizados en los procesos de transición de género, debería ser el tratamiento de primera línea para el abordaje terapéutico de los casos de disforia de género en la población joven. Este cambio se produjo después de una revisión sistemática de la evidencia clínica disponible, que encontró que el cuerpo de evidencia para la transición pediátrica no era concluyente.

Se prioriza en el caso finlandés la necesidad de realizar un diagnóstico previo que permita la exclusión de la existencia de trastorno mental

Se prioriza en el caso finlandés la necesidad de realizar un diagnóstico previo que permita la exclusión de la existencia de trastorno mental antes de plantear la posibilidad de emprender procedimientos médicos de transición de género, que incluyen tanto el bloqueo hormonal de la maduración sexual del adolescente como la administración de tratamientos hormonales cruzados para promover la transición de género, es decir, la aparición de caracteres fenotípicos del sexo contrario en aquellos que padecen disforia de género.

Aunque la transición médica pediátrica todavía está permitida en Finlandia, parece imponerse la tendencia de reservar las terapias de bloqueo hormonal de la pubertad y los tratamientos hormonales cruzados para menores con inicio de disforia de género en la primera infancia y sin trastornos mentales concurrentes. La cirugía de transición de género no es ofrecida a menores de 18 años.

Por otra parte, las directrices finlandesas advierten sobre la incertidumbre de proporcionar intervenciones irreversibles de “afirmación de género” para los menores de 25 años, debido a la falta de madurez neurológica.

En Reino Unido, en marzo de 2021, la National Institute for Health and Care Excellence estableció que la relación riesgo beneficio de las intervenciones hormonales de bloqueo y transición de genero para menores es muy incierta

Se toma en consideración igualmente los efectos secundarios negativos sobre los procesos madurativos cerebrales durante la pubertad, que pueden afectar negativamente su desarrollo y la capacidad del joven para otorgar su consentimiento informado a los procesos subsiguientes, más agresivos e irreversibles del protocolo holandés: hormonas y cirugías de sexo cruzado.

En Reino Unido, en marzo de 2021, la National Institute for Health and Care Excellence estableció que la relación riesgo beneficio de las intervenciones hormonales de bloqueo y transición de genero para menores es muy incierta. Su principal hallazgo es que los agonistas de GnRH producen poco o ningún cambio en la disforia de género, la salud mental, la imagen corporal y el funcionamiento psicosocial. En los pocos estudios que informaron cambios, los resultados podrían atribuirse a sesgos o al azar, o se consideraron poco fiables.

En concreto, el estudio holandés de De Vries et al. (2011), que ha sido considerado por muchos promotores de las intervenciones de transición de género como un referente, se consideró “con alto riesgo de sesgo” y de “mala calidad en general”, estableciéndose por parte de los revisores del National Institute for Health and Care Excellence la posibilidad de que la angustia de los sujetos del estudio podría haber aumentado, advirtiendo que todos los estudios evaluados tenían resultados de certeza “muy baja” y estaban sujetos a sesgos y confusión.