¿Se pueden integrar los dos polos del periodismo español, el País y ABC? Por supuesto que sí: no sea usted antiguo.
En 2004, Hispanidad contaba la historia de cuando el grupo vizcaíno El Correo compró Editorial católica compuesta por una serie de diarios regionales (entre ellos el Sur de Málaga, el HOY extremeño o la Verdad de Murcia, todos ellos muy rentables, hoy sucursales de Madrid) más el diario nacional YA.
Dejando a un lado el hecho de que las familias vascas de El Correo (entonces el Correo Español-El Pueblo Vasco) tomaron el pelo a los obispos y compraron a precio de bisutería la joyería EDICA, patrimonio inmobiliario incluido, significaba la entrada en Madrid de El Correo provinciano, por la puerta grande, la de un diario nacional llamado YA.
Envían los vascos como director del Diario de la Conferencia Episcopal a Miguel Larrea, entonces director del Diario Vasco, que, entrevistado por El País, declara, a lo Manuel Azaña, que el YA ha dejado de ser católico.
Lo de menos es que la fusión entre El País y el ABC sea contra natura -¿acaso no comparten grupo Antena 3 TV y La Sexta- sino que sería, además, la boda entre un sidótico y un sifilítico: ambos están quebrados. De eso se aprovecha Sánchez
Y así fue. El YA dejó de ser católico y, al arrebatarle su esencia y sus activos, también dejó de ser periódico. Todo un éxito de las muy católicas familias vascas, cuyo segundo apellido no es 'aprovechategui'.
El mismo día en que se publica la entrevista, el entonces director del ABC, Luis María Ansón, reúne a sus próximos y les dice que hay que duplicar la información religiosa y que duplicará también el envío gratuito de periódicos a instituciones de la Iglesia. En otras palabras, el ABC le robó al YA el público católico.
Luego la cosa fue a más. Engrandecidos económicamente gracias a los obispos, el grupo El Correo se hace con el propio ABC de los Luca de Tena. Como decía un antiguo periodista del llamado diario monárquico: "ponen el ABC en manos de quien no cree en el ABC ni tiene el espíritu del ABC".
Y como en el YA, ahí radica el error y hoy el ABC ya no es el ABC y no sólo es el ABC el que está quebrado sino todo el grupo Vocento.
Así llegamos al martes 23 de abril de 2024, festividad de San Jorge. Se celebra la Junta de Accionistas de Vocento, la última de Luis Enríquez (no confundir con Luis Enrique, entrenador del PSG) tras 13 años como CEO. Como decían esas mismas familias vascas, cuando controlaban el BBV: los patricios del Neguri siempre hemos tenido plebeyos del PNV para que nos lleven las cuentas".
La 'gran' obra de Enríquez -otro progresista dirigiendo prensa conservadora- durante sus 13 años al frente de Vocento, fue la salida a cotización del grupo. Cuando empezó a cotizar en el parqué, 10 años atrás, marcó 15 euros por acción y hoy está en 0,8 euros... y su capitalización no llega a los 100 millones de euros.
Además, Moncloa no sólo pretende controlar los medios informativos sino también las redes sociales, su asignatura pendiente. Así, ha aconsejado a sus ministros que entren en la red de adolescentes TikTok
Entendámonos: las familias Ybarra y Bergareche llevan más de una década perdiendo dinero en ABC y en sus diarios regionales, antaño un gran negocio. No saben qué hacer ni saben cómo hacerlo. Y su adherencia natural a lo políticamente correcto, no ayuda. Un periódico no es una fábrica de embutidos.
A la mayoría de sus miembros no les gustaba Luis Enríquez que enjugaba sus fracasos expulsando a las familias Luca de Tena de su reducto en el ABC o prometiendo fusiones, ora con el Mundo, de donde venía, ora con El País.
Como dijera en cierta ocasión el malvado de Pedro Toledo, cuando la fusión entre el Banco Central y el Hispano, "esa es la boda entre un sidótico y un sifilítico". Pero en tiempos de tribulación no hacer mudanzas.... hasta que la tribulación se convierte en llanto y el propio Enríquez sabe que ya no puede inventar nada y que su situación es insostenible. "Gracias por este viaje", dijo en su despedida. En efecto, debe esta agradecido pero el problema persiste y él no ha hecho más que agrandarlo.
Entonces es cuando aprovecha PRISA, tan quebrado como Vocento y al servicio de su majestad Pedro Sánchez, para ofrecer una fusión. Insisto, PRISA también está quebrada pero al menos capitaliza casi cuatro veces más, en concreto 383 millones de euros. Ni que decir tiene quién sería el ganador de la fusión y el que controlara la resultante.
¿Y controlaría el muy progre El Pais con el reaccionario ABC? Por supuesto, ¿o es que alguien cree en la pervivencia de los idearios en la prensa de siempre? No, hombre, no, eso es muy antiguo.
La situación es esta: Pedro Sánchez apuesta por la fusión PRISA-Vocento, apuesta por una PRISA -de dónde saca pa'tanto como destaca- con dos patas de signo ideológico opuesto: El País, progre de izquierdas, el ABC cada día más progre de derechas.
¿Imposible casar el agua y el aceite? ¿En serio? ¿Y qué me dicen de una misma empresa, Planeta, que posee Antena 3 de TV y La Sexta, con un mismo CEO y una misma propiedad? ¿Por qué no El País y el ABC? ¿Acaso no somos todos progresistas?
En contra, Aznar pretende 'recuperar' el ABC, que PRISA se lleve los regionales de Vocento si quiere. Aznar se mueve bien entre los fondos internacionales más especualtivos pero, ojo, los grandes fondos son rapiña especulativa pero no son tontos. Difícilmente aceptarán salvar a la familia Luca de Tena para que PRISA se quede con los regionales de Vocento y ABC mantenga "sus esencias". Además, los fondos de Aznar son tan progresistas como cualquier otro capitalista especulador y resucitar el ABC precisa de mucho dinero.
En cualquier caso, la toma del ABC por El País y la SER -insisto, ¿de dónde saca el dinero esa saco de pérdidas que es PRISA?- se enmarca dentro del plan de Moncloa para controlar todos los medios. Mismamente, el Gobierno está entrando en las grandes empresas... también para controlar los flujos de publicidad entre éstas y los medios, todos ellos en quiebra, todos ellos necesitados de publicidad, de créditos y de dinero. El Gobierno no anhela el control de Telefónica, Naturgy o Talgo sólo para controlar empresas y repartir cargos entre los sanchistas: también para controlar los flujos monetarios y publicitarios entre empresas y medios.
La apostilla, que tiene tela... y gracia trágica: Moncloa no sólo pretende controlar los medios informativos sino también las redes sociales, su asignatura pendiente. Así, ha aconsejado a sus ministros que entren en la red de adolescentes TikTok. No es coña. Sanchez está obsesionado con que los 'ultras' de Vox (¡Ojalá, hijo, ojalá!) manejan las redes sociales muy bien y que ahí radica su gran arma.
Todo porque el inquilino de La Moncloa es incapaz de aceptar que los abucheos e insultos que recibe cada vez que sale a la calle constituyen la muestra fehaciente de que su problema no son las redes sociales: su problema es su egolatría.
¡Ay del poderoso cuando se vuelve ridículo!