Sr. Director:

El último término lanzado a la opinión es deepfake. Hoy la mentira viene del que fuera paraíso anglosajón de la veracidad. Basta pensar en la precampaña presidencial de Estados Unidos o en la lupa constante -y no necesariamente amarilla- sobre la casa real británica. Pero los continentales no vamos a la zaga, como se ha comprobado –no hace falta mencionar, por bien conocida, la triste situación española- ante situaciones críticas europeas a propósito de la agricultura o la energía nuclear, como resume un cronista de Le Monde crítico con el gobierno francés, que no duda en disimular o retener informaciones cruciales para el debate democrático.

Hace muchos años, un conocido periodista mantuvo la tesis de que la objetividad es imposible. No era el prototipo de escéptico, porque añadía: “pero la voluntad de ser objetivo puede darse, o no”. Me parece recordar que a George Braque, cofundador del cubismo con Picasso, le gustaba repetir que “la verdad existe, solamente se inventa la mentira”.