Sr. Director:
Hace unos días, paseando por el Paseo de Gracia de Barcelona, observé que delante del número 26 se habían reunido una treintena de personas con pancartas y pegatinas de CCOO; llevaban también otras pegatinas alusivas a la huelga general, gritaban asesinos y tocaban el silbato todos al unísono, de forma que aquel grupo tan reducido de personas, flanqueado por policías, llamaba mucho la atención.

Me paré a preguntar a unos manifestantes sobre el motivo de su queja. Aquel señor dejó el silbato y me dijo:-pues, no sé, a ver...y señalándome la placa de una embajada de un país de América, me dijo: Debe ser que pasa algo, no sé. Ante su ignorancia, le pregunté que porqué estaba allí?; el me miró, y siguió zarandeando la bandera de CCOO, tocando el silbato y gritando asesinos.

Me quedé perpleja. ¿Qué llevaba a ese grupo de hombres a unirse a una manifestación de la que desconocían el motivo?. Mi hijo adolescente me despejó las dudas: para liarla, mamá. ¡Ahh! armar barullo, quejarse, molestar, insultar, difamar, todo para liarla. Así que, cuando hay un motivo concreto y grave, se mueven los mismos y son, además, los mismos políticos que, impasibles desatienden tanto una manifestación ridícula como a otra manifestación más seria. Ustedes ya me entienden.

Mireia Hernández Esteban