Esa ecuación sólo se soluciona con un fuerte crecimiento, pero las previsiones apuntan a un PIB a la baja y una inflación al alza. Las mercedes de ZP continúan: ahora, dinero para prejubilados y divorciadas. Renunciar a la energía nuclear satisfará al votante "del cambio climático", pero exigirá más impuestos. Al tiempo, el Gobierno socialista se ‘modera'. Es el mundo al revés: el PSOE intenta acercarse a la Iglesia mientas el PP la desprecia. Pedro Arriola convence a Rajoy de que se rodee de "almas laicas". Son las elecciones de los disfraces: ZP quiere pasar por patriota y el presidente del PP por pactista

El programa del PSOE conjuga menos impuestos con más gasto social, o lo que el Gobierno entiende por social, en una especie de economía imposible: menos impuestos y más gastos. Las dos últimas medidas del Consejo de Ministros del pasado viernes 7 así lo acreditan: 100 euros para madres –la custodia se da a los madres, en caso de separación, en más del 95% de los casos- y paliar la pérdida de poder adquisitivo de los prejubilados a cargo del Estado.

Es muy típico de un Gobierno que está dispuesto a ganar las elecciones al precio de vaciar las arcas públicas. Es decir, no se satisface a los prejubilados con la medida lógica de encarecer y dificultar las prejubilaciones de las empresas, sino compensando el Estado la precarización del empleo que implican esas prejubilaciones. Del mismo modo, no se intenta evitar el impago de pensiones alimenticias acudiendo a su raíz: el incumplimiento, por parte de las madres, del horario de visitas de los padres divorciados a sus hijos, sino haciendo que sea el erario público quien adelante presiones y luego reclame al padre. Conclusión: las madres seguirán impidiendo que sus ex visiten a sus hijos y los padres e enfrentarán en el Juzgado al Estado, en lugar de a sus "ex".

Dos decisiones muy significativas de la política actual de Zapatero, quien, con estas dos medidas, cerraba una semana abierta con otra promesa, la que afecta a los ingresos públicos: suprimir el impuesto sobre el patrimonio. Pocos niegan que un impuesto que grava un bien por el que ya se pagó al fisco en el pasado es, de suyo, injusto, pero el problema es cómo, en vísperas de la crisis económica, puede anunciarse una reducción de ingresos mientras se aumenta el gasto público con medidas electoralistas. Es la economía imposible.

Lo mismo ocurre con el modelo energético. Como demuestra el último informe de UNESA –aún no hecho público pero al que ha tenido acceso y ha publicado Hispanidad-, la energía nuclear es la más barata, a gran distancia de las renovables, convertidas en bandera política del PSOE. En definitiva, la energía eólica y la solar seguirán obligando al conjunto de los ciudadanos a financiar las subvenciones con las que el Estado llena las arcas de las grandes empresa productores de energía verde, a costa de desperdiciar un parque nuclear totalmente amortizado, que produce energía mucho más barata, que en nada contribuye al temido cambio climático y que no exige subvenciones desde el bolsillo de los impecunes a la cuenta de resultados de los pudientes.

Ese círculo de menos ingresos y más gastos sólo se compensa con un fortísimo crecimiento económico pero, en vísperas de la crisis que viene, con la OCDE rebajando el crecimiento español de 2008 hasta el 2,5% (porcentaje en el que la economía española ya no crea empleo), reducir impuestos no es ni buena ni mala idea: es un engaño electoral, porque se rebela imposible... salvo que se pretenda, al mismo tiempo, reducir las prestaciones públicas.

Eso por lo que respecta la economía. Al mismo tiempo, en lo ‘político', se produce la curiosa paradoja de que El Gobierno socialista, tras una legislatura furiosamente anticristiana, sobre todo en las leyes que afectan a la vida y la familia –especialmente la utilización de embriones como cobayas, el divorcio express y el homomonio- pretende ahora aproximarse a la Iglesia, al tiempo que el Partido Popular –presuntamente próximo a la Jerarquía, intenta aplicar la doctrina del asesor político principal de Rajoy, Pedro Arriola, para quien el PP debe ser, ante todo, un partido de "almas laicas". Los escasísimos cristianos coherentes que quedan en la cúpula del aparato están siendo arrinconados, frente a los "laicos" como Esperanza Aguirre, Ruiz Gallardon, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal o Núñez Feijóo.

Es el mundo al revés: ZP quiere pasar por patriota, y de ahí la recuperación de José Bono, para un puesto de mucha presencia pública, como es la Presidencia del Congreso, que le permita seguir aspirando a medio plazo a La Moncloa, mientras el Partido Popular se disfraza de pactista. Arriola le insiste a Rajoy en que debe romper con su imagen clerical y con las instituciones "patriotas", tipo Federico Jiménez Losantos ("los federicos", como repite Arriola) o la Asociación Víctimas del Terrorismo. Por eso, Rajoy ha sido tan tibio tras el asesinato de dos guardias civiles en Francia, a pesar de saber que si ETA mantuviera sus asesinatos hasta marzo, la estrategia pactista se volvería contra él y habría desaprovechado el formidable fracaso de su adversario frente a los terroristas.

Es el mundo al revés y la economía imposible de un PSOE que no v clara su victoria electoral. A fin de cuentas, lo importante, para el PSOE y para el PP es ganar las elecciones en marzo. El día después, el impacto de la crisis será económico, pero no político, lo sufriremos todos, pero el partido ganador tendrá cuatro años para reaccionar