El sida ha ejecutado a más de 25 millones de personas y están infectados cerca de 38 millones de mortales.

 

Entre los pioneros del síndrome de inmunodeficiencia adquirida se localizan los doctores galos Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi ganadores del Premio Nobel de Medicina y Fisiología que se repartieron con el investigador alemán Harald zur Hausen, que determinó el virus del papiloma humano. La cruel lacra del sida liquida unas 5.700 vidas en todo el orbe cada año, especialmente en los países en vía de desarrollo.

Indigencia y sida forman una mezcla demoledora. En Malawi, uno de cada siete adultos es seropositivo y existen medio millón de niños desamparados. La esperanza de vida ha decrecido de los 52 a los 39 años. Estos son los efectos devastadores de la pandemia en este país.

Por otra parte, Mozambique es el terruño del continente africano con la mayor prevalencia del sida de todo el universo. El 19% de la población está infectada;  la cifra se eleva al 26% en adultos y se dispara  al 56% en jóvenes fecundadas de entre 25 y 29 primaveras.

El enigma es considerado de desastre nacional por Derek von Wissell, director del National Emergency Response Council en HIV/AIDS, uno de los primordiales arietes de la batalla contra la virus de la muerte. En Mozambique la esperanza de vida ha bajado de los 60 años de 1997 a los 31 en la actualidad, la más baja de todo el orbe. La mortandad infantil se ha puesto en un 108 por mil. Existen 130.000 huérfanos, más del 30% de la población infantil. Entre el 50 y el 60% de los niños con malnutrición están afectados por el sida, asevera Eva Vicent, nutricionista de Acción Contra el Hambre y el gestor de Médicos sin Fronteras, afirma que el sida es igual a la muerte. Las catástrofes naturales tampoco han sido ajenas a este país que se sitúa entre los diez países más pobres del mundo. Tras las inundaciones, la hambruna se extendió al resto del país.

Como siempre he afirmado, lo que sobra a los opulentos es patrimonio de los indigentes y que el bien común está por encima del bien particular.

Clemente Ferrer

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